Ministro Campos ¿Por qué no te callas?
por Rafael Luis Gumucio Rivas, El Viejo (Chile)
6 años atrás 5 min lectura
09/11/2017
Se cuenta que cuando Salvador Allende era senador, el presidente de la Cámara Alta, Arturo Alessandri Palma le decía a Allende – muy despacio para que nadie oyera – “no digas más huevadas, Chicho”. Posteriormente, José Musalén – el senador democratacristiano que obtuvo la más alta mayoría por Santiago, en 1965 – no se atrevía a hablar en las sesiones de la Sala porque el senador Carlos Altamirano lo aterraba diciéndole que cada vez pedía la palabra “aquí va a hablar el tontito”.(No hubo psiquiatra capaz de ayudarlo a dirigirse al público).
Hoy, con los modernos sistemas de comunicación no existe ninguna censura: cualquier tonto puede decir imbecilidades cada vez que se le ocurra, así como geniales opiniones y comentarios. Que el ministro Jaime Campos cada vez que abre la boca diga sólo estupideces, es muy propio de esta era de la comunicación, incluso, el Presidente Donald Trump dirige su país a través del twitter y siempre “mete la pata”, como se diría vulgarmente.
La Presidenta, Michelle Bachelet, como muchas mujeres bellas e inteligentes, ha tenido el mal gusto de elegir malos secretarios de Estado: el ministro radical, Jaime Campos, lleva el récord mundial de las declaraciones desatinadas, algunas veces poniéndose al servicio de los autores de crímenes de lesa humanidad, actualmente recluidos en Punto Peuco.
La Presidenta había prometido en su programa de gobierno, posteriormente reafirmado a Carmen Gloria Quintana, y también corroborado en una entrevista de CNN Chile, que iba a cumplir, antes de finalizar su mandato, con el cierre del “hotel de cuatro estrellas”, de Punta Peuco, especialmente creado durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle para albergar a los condenador por violación de los derechos humanos, crímenes atroces ocurridos durante los 17 años de dictadura militar.
El ministro de Justicia y Derechos Humanos declaró ante la Prensa que el gobierno no tenía planes de cerrar Punta Peuco, y que sólo era un rumor periodístico o una idea al vuelo “de una señora”, tratando despectivamente a Carmen Gloria Quintana, que junto con Rodrigo Rojas Denegri fueron atacados y quemados vivos por una patrulla militar – Carmen gloria salvó su vida, pero lamentablemente Rodrigo murió a causa de las graves quemaduras -.
Se esperaba que la Presidenta Bachelet hubiera anunciado el cierre definitivo de Punto Peuco en septiembre, pero lo postergó, y sólo le quedan pocos meses para cumplir su palabra, lo que podría constituirse en broche de oro para su gobierno en un tema tan sensible como el de los derechos humanos. Es inexplicable el miedo a las presiones militares y de los políticos de la derecha – sobre todo ahora, cuando están tan desprestigiados con el Pacogate y el Milicogate -.
La presidente de la UDI, Jaqueline Risselberghe visitó, junto al diputado Ulloa, un facho de tomo y lomo, a los 113 reos de Punta Peuco, declarando que era abuso a los derechos humanos el seguir manteniendo en prisión a estos pobres ancianos, máxime cuando algunos de ellos padecen de enfermedades seniles y, otros, de cáncer terminal, (no lo dirá en público, pero por su otro yo considera unos héroes de la patria quienes, valientemente lucharon para combatir la “gonorrea” marxista).
El candidato a la presidencia del país, Sebastián Piñera Echeñique – hijo del empleado público don Pepe y doña Picha – acaba de declarar que el proyecto de ley que enviará al Congreso permitiría al Presidente de la República cambiar la pena de prisión en cárcel por la domiciliaria para todas aquellas personas que se consideran enfermas terminales o bien, de muy avanzada edad. (No hay que ser muy sagaz para captar que este proyecto estará dirigido a la liberación de los reos de Punto Peuco, marcadamente un guiño al candidato Kast y a la UDI.
Es preciso distinguir bien entre los crímenes de lesa humanidad, como terrorismo de Estado, y los comunes: los primeros no prescriben jamás, como tampoco los condenados tienen derechos a los beneficios penitenciarios, pero sí deben ser respetados sus derechos humanos como los de cualquier preso común.
En la cárcel de Punta Peuco, los moradores tienen derecho a disfrutar de una cancha de tenis, campos de baby futbol, de llamadas telefónicos y de visitas permanentes de sus familiares; también gozar de días de diversión con ricos asados – lo comprobaron los diputados Aguiló y Núñez – es decir, cuentan con la posibilidad de esparcimiento que ningún otro interno en Chile tiene.
En la Cárcel Pública hay celdas con más de 10 reos – su capacidad es para cuatro máximo -, viven en condiciones infrahumanas – ya Chile ha sido condenado por organismos internacionales por el atropello a los derechos humanos de las personas privadas de libertad.
Personalmente, soy partidario de la eliminación de las cárceles y de toda forma de coerción, más bien partidario de la utopía de la eliminación del Estado – como lo sostiene Bakunin – o su extinción una vez terminada “la explotación del hombre por el hombre”, como lo sostienen Carlos Marx y sus predecesores, los socialistas utópicos.
Ninguna persona bien nacida puede ser partidaria de la pena de muerte, como tampoco encerrar al prójimo en celdas pestilentes, por consiguiente, siempre apoyaré las medidas humanitarias como la supresión de la cárcel para los mayores de 70 años – excluidos los terroristas de Estado, acusados y condenados por delitos de lesa humanidad -.
Si Michelle Bachelet quiere terminar siendo consecuente con sus ideas y programa de gobierno, debiera pedir la renuncia al ministro de Justicia, Jaime Campos y, además, enviar a los presos de Punta Peuco a la cárcel de Colina I, donde ya tienen acondicionado un pabellón para ser habitado por estos reos.
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