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Donald Trump no es el indicado, ni habrá sueño americano

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Las tensiones en el ámbito político se están originando en Washington, Estados Unidos, igual que la incertidumbre en la economía. Las diversas controversias son impulsadas por el propio presidente Donald Trump, que parece estar centrado en un cierto énfasis intencional de crear conflictividad con sus anuncios. Un foco distractor para instalar las propuestas de campaña, que pareciera ser una estrategia inteligente diseña para ello, pero no. Surge del hacer instintivo de su propia personalidad centrada en el egocentrismo.

Sus reiteradas afirmaciones y los comentarios inadecuados que repite constantemente, como hacer llorar a la viuda del soldado Johnson muerto en una emboscada en Níger, África, al decirle que él (Johnson) “sabía a lo que se metía”, es la forma que emplea para hacer “ruido”, muy similar a la de los ricos que piensan que los pobres son pobres porque son flojos. Trump quiso hacer notar que una parte de la culpa es del soldado muerto, de quién Trump no recordaba que se llamaba David, según dijo la viuda. Se da la casualidad que se trata del único soldado negro, de los cuatro que murieron y eso dice mucho. Las críticas también surgen desde los republicanos como del ex presidente George W Bush, quién se refirió indirectamente a D. Trump, para decir, «El fanatismo parece envalentonado. Nuestra política parece más vulnerable a las teorías de la conspiración y francamente fabricadas». Más recientemente, el ex presidente B. Obama ha señalado, también sin dirigirse directamente a Trump, que dividir el país no es un objetivo por el cual se debe gobernar.

Las críticas provienen de variados orígenes de la sociedad civil, algunos directamente interesados en sacarlo del gobierno a través de una acusación constitucional. Otros llegan a pensar que D. Trump, podría llegar a ser asesinado. Esta última apreciación no parece compatible con un presidente como éste, que parece estar compartiendo sus decisiones con el gran poder del dinero, las agencias, el pentágono, etc., para quienes resulta beneficioso compartir el poder. Diferente fue la situación de John Kennedy quién sí era un presidente que tenía gran riesgo de ser asesinado, como efectivamente lo fue, porque sus habilidades políticas le permitieron tener control del poder en el pentágono, el FBI, las diversas agencias e incluso del congreso.

La falta de seriedad respecto a lo que dice Donald Trump, le ha valido una dura crítica del poderoso senador Bob Corker (Republicano de Tenn.), que lo ha tratado de, “totalmente mentiroso” y que está degradando a los EE UU, por su modelo de dividir, coincidiendo con B. Obama en ése aspecto. Su notoria dificultad para armar una política armónica que resuelva la fragilidad en varios frentes que se vienen acumulando en Estados Unidos por décadas, provienen en desacuerdos que partieron desde la campaña con el partido Republicano.

Ya instalado en el gobierno su sesgo personal le ha creado una desconfianza política y económica que se produce al mezclar contenidos populistas que lo hagan aparecer como ejecutando el eslogan, “Make America Great Again”, de recuperar el sueño americano, solo para los americanos, cuando lo que efectivamente está llevando a cabo es la exclusión, la xenofobia, la inmigración, desregulación, rebaja tributaria, etc., cuyo beneficio está pensado para la clase alta norteamericana, lo que le ha significado caer un 36% en las encuestas. El reciente anuncio de los republicanos del Senado de aceptar un presupuesto que permitirá al partido aprobar un plan de recortes de impuestos sin necesidad de contar con el apoyo de los demócratas por US$ 1.5 billones (Millones de millones de dólares), significa eliminar US$ 119 mil millones en 10 años del programa de salud “Obamacare”, que dejará a 23 millones de norteamericanos sin seguro médico. Eso lo hace traspasando recursos y beneficios a la clase alta de los más ricos, mediante rebaja de impuestos, para restarlo de los más pobres. asesinato kennedy

En declaraciones al Wall Street Journal, Jacob Lew, ex Secretario del Tesoro del gobierno del ex presidente B. Obama, dijo, “El resultado de la elección fue una ´expresión de ansiedad e ira y un rechazo del status quo´,  que se debe a un pacto social deshilachado donde la gente duda de que pueda salir adelante en la vida“… «irónicamente, las políticas que estamos viendo se ponen en marcha solo aumentan las cosas que están causando esa ansiedad y ese enojo». Y ahí es donde las cosas se vuelven realmente peligrosas…»Si se acepta como realidad que (el sistema) no está en el nivel, que está amañado a favor de aquellos que ya tienen riqueza y altos ingresos”.

D. Trump no está pensando en resolver los grandes problemas que tiene el pueblo de Estados Unidos, ni de cómo enfrentará a una poderosa China que crece sobre el 6%, a pesar de la caída mundial de la actividad económica. Durante una reciente entrevista con el Washington Post, D. Trump anunció que ya tiene el eslogan para su próxima campaña, la re elección del año 2020, con una variación del eslogan anterior que esta vez dirá, “Keep America Great”, “Mantengamos Estados Unidos grande”. Si eso no es egocentrismo de un bufón a cargo de la presidencia, tal vez todos estemos equivocados y se trate del “flautista encantador” con capacidad para atraer incautos y seguir gobernando en el 2020.
Por ahora tiene más urgencia revisar las amenazas que pueden surgir en Estados Unidos y que puede sorprendernos a todos, por ser de esos asuntos que sólo se conversan en círculos reducidos de interesados y no trascienden a la opinión pública. Hay muchos elementos del área económica que deben enfrentarse y que no se pueden abordar en una sólo artículo. Veamos por el momento dos serios problemas. Se informa en los EE UU., de un ambiente de mejora aunque no se está gastando en «extras» como salir a comer, viajar a centros de diversión, vacaciones, etc. Eso indica sobriedad y mucha cautela, porque aún no existe normalidad financiera.

La Reserva Federal bajo el mando de Janet Yellen está programando una subida de las tasas lentamente. Se espera un alza en Diciembre y tres aumentos en el 2018, a pesar de la baja inflación que tendría una explicación “misteriosa”. Sin embargo, se está programando la retirada de los US$ 4,5 billones del estimulo monetario creado por la FED para enfrentar la crisis del 2008. Aquí es donde tendrá que hacer la “entrada” Donald Trump. Si dejar en el cargo a Janet Yellen o designar a Jerome Powell y John Taylor u otros, a cargo del organismo. Además de Yellen, tanto Powell como Taylor son partidarios de subir las tasas y también del retiro más acelerado de los US$ 4,5 billones. ¿Se prevé una crisis financiera o el surgimiento de una inflación importante? Esa información no está.

Lo cierto es que en el mercado inmobiliario se formó una burbuja de US$ 8 billones en activos con rendimientos negativo, deuda de los gobiernos y de las empresas que todavía tienen rendimientos negativos ocho años después de la crisis financiera, lo que no es normal. Los inversores que compraron bonos por seguridad y los bancos que estuvieron obligados a ello, elevaron los precios de los bonos, empujando los rendimientos por debajo de cero en Japón y en parte de Europa. Activos tales como créditos IG, préstamos, hipotecas, bonos de alta rentabilidad, renta variable, etc., son los que pueden estallar.

Si la FED reduce el estimulo de US$ 4,5 billones, no es lo que ayudara a estallar la burbuja, en especial para las acciones, sino la tasa. Si la tasa de interés libre de riesgo sube, los diferenciales de crédito se amplían y las acciones de menor rendimiento, o los activos de todo tipo como préstamos, hipotecas, bonos alta rentabilidad, los inversores abandonarán estas inversiones con rendimientos negativos, porque estarán estimulados por bonos con tasas con rendimientos más altas. No es mi conclusión, es de Sløk Torsten Sløk, el principal economista internacional de Deutsche Bank. La salida de la FED está apenas comenzado y si la inflación comienza a subir, obligará al, o la que esté a cargo, a subir las tasas rápidamente, lo que puede ocasionar la gran estampida. Porque los US$ 8 billones en inversiones con rendimientos negativos, equivalen al 17% de una inversión total de US$ 48 billones en bonos.

El otro gran riesgo también está asociado a las tasas, pero referido a las inversiones petroleras, donde están los conspicuos amigos multimillonarios que acompañan a Donald Trump, incluso como Secretarios de Estado. Las compañías petroleras más grandes del mundo viven una crisis por el precio del petróleo, hoy alrededor de US$ 52 el barril, que les deja baja utilidad o pérdidas, mientras la enorme deuda invertida en pozos petroleros amenaza con dejarlas en la quiebra. Pidieron dinero prestado a la banca, incluso en el 2013, cuando el barril cotizaba a US$ 109. Las grandes compañías petroleras disminuyeron las ganancias, porque el costo de producir petróleo aumenta más que el precio económico que puede pagar el mercado por el barril, simple y directo, lo que incluye al “fracking” o esquisto. Sobre este tipo de explotación, el Financial Times comunicó que las extracciones en EEUU estaban sufriendo una caída, porque las empresas no cuentan con recursos propios, porque todo lo que ganan, lo gastan en la exploración que rinde poco y dura poco produciendo. La revolución del petróleo del esquisto o “fracking” parece estar llegando a su fin, dicen algunos analistas, el costo de producir es mayor que el precio al que se puede vender.

No se debe olvidar, que existe una gran deuda mundial. Debe estar entre US$ 500 a US$ 800 billones, más la deuda llamada “fuera de Balance”, que se contrata entre partes sin intervención del control oficial o de gobierno, quizás mayor que los montos señalados. Son indicadores que nos avisan, ¡estamos sentados en un polvorín! Por un lado, el mundo no puede costear el petróleo sobre US$ 100, menos a US$ 150 el barril, que ya dejó la gran deuda actual. Volver a esos precios del barril, duplicaría o triplicaría la actual deuda, con intereses no se podrían pagar ni en el mejor de los sueños.
Donald Trump no es el indicado, ni habrá un nuevo sueño americano.

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