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El Ejército de Tierra español es golpista

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Efeméride de la Agrupación de Apoyo Logístico Nº61 del Ejército de Tierra

En la efeméride de la Orden correspondiente al día 18 del pasado julio de la unidad Agrupación Logística Nº 61 del Ejército de Tierra sobre el golpe de Estado que el mismo había perpetrado ochenta y un años antes se constatan inconsistencias. Y para ponerlas en conocimiento del Coronel-Jefe que autorizó su publicación mediante una carta nominal, solicité a dicho ejército su identidad, pero del mismo recibí la callada por respuesta y, en consecuencia, se la dirigí como carta abierta en un foro de debates (1). Y con posterioridad a ello, su correspondiente Departamento de Comunicación me denegó tal solicitud, argumentando que se trataba de un “dato personal” sometido a la normativa vigente y que el Ejército de Tierra ya había dado a conocer su “postura oficial” al respecto a los medios de comunicación y “a través de una pregunta de control parlamentaria”. Para ponderar tal denegación, repliqué preguntando no solo qué «normativa vigente» considera que la identidad del jefe de una unidad militar sea un «dato personal», sino también cómo podría consultar la aludida “postura oficial”, pero hasta hoy no he recibido respuesta de dicho departamento castrense.

La publicación castrense de dicha efeméride suscitó varios comentarios escritos, entre los que cabe reseñar el del general retirado del Ejército del Aire José Julio Rodríguez Fernández, porque ha desempeñado el cargo de Jefe del Estado Mayor de la Defensa -JEMAD- y en la actualidad es un militante destacado de PODEMOS que cuenta con una altísima consideración de su dirigencia. Y como tal, expresa en un tweet su escepticismo por la publicación de la susodicha efeméride en una unidad del Ejército de Tierra y de la misma opina que supone que “vamos p’atrás”. El Ejército de Tierra respondió a dicho tweet con otro en el que se plantea tres preguntas y las contesta lacónicamente: «Hemos publicado esa efeméride? Sí. Ha sido un error? También. Pedimos disculpas? Por supuesto»; sin embargo, en este tweet el Ejército de Tierra omite pronunciarse acerca de la opinión de quien fuera su JEMAD.

Pero, según el diario ABC (2), dicho ejército, basándose en una “investigación interna” exprés, ha comunicado: i. Que desde el año 2005 publica la efeméride correspondiente al día 18 de julio con el mismo texto, destacando su publicación en 2009 y 2010, porque entonces su JEMAD era quien ahora opina que “vamos p’atrás”. ii. Que las efemérides, con sus respectivos textos, constan en una “base de datos”, desde la que “se incluyen de forma automática en la “orden” diaria de las Unidades del Ejército de Tierra” y iii. Que dicha base de datos no ha sido revisada desde hace tiempo, por lo que la actualizará para que sus efemérides se adapten a la normativa vigente, concretamente a la Ley de la Memoria Histórica. Al respecto, la Ministra de Defensa, en la Comisión de Defensa del Congreso recién celebrada, ha asumido aquel comunicado castrense (3) ya divulgado por el diario ABC.


En consecuencia, la publicación de la efeméride del golpe de Estado de 1936 en aquella unidad del Ejército de Tierra no sería responsabilidad de su Jefe militar, sino de quienes han consentido que el Ejército de Tierra exista una “base de datos” en la que aquella efeméride incumple la Ley de la Memoria Histórica, aprobada por las Cortes Generales hace ya casi diez años. Y tal incumplimiento es patético no solo porque el Ejército de Tierra recurre en dicha efeméride a un eufemismo para conmemorar aquel golpe de Estado, sino también porque lo justifica, incurriendo para ello en inconsistencias históricas. Además, que tal efeméride se haya publicado desde 2005 en las unidades del Ejército de Tierra indica que no ha sido cuestionada por ninguno de sus jefes militares, incontables desde entonces, a buen seguro porque estos compartían la “justificación” del golpe de Estado explícita en la misma.

Y lo denunciado explícitamente en el párrafo anterior se basa en la ponderación de las afirmaciones en su contexto que constan en la susodicha efeméride castrense, cuya comprensión requiere su  transcripción íntegra: “En este día de 1936, oficialmente, se inicia en toda España un alzamiento cívico-militar, en el que participa la mayoría del Ejército. Es un día importante en la historia de nuestro pueblo que merece ser recordado, para que las generaciones futuras eviten el que se produzcan las condiciones que propiciaron el enfrentamiento bélico. Los pueblos que olvidan su historia están irremisiblemente condenados a repetirla.»

Una cita atribuida a Cicerón, enfatizada, es el corolario de la efeméride castrense recién transcrita, de la que debe decirse llanamente y sin rodeos, conforme al refrán popular al pan, pan y al vino, vino, que lo que en la misma se conmemora denominándolo “alzamientoes un eufemismo del golpe de Estado que “la mayoría del Ejército” perpetró para derrocar al Gobierno de la II República que la mayoría del pueblo español había elegido democráticamente.

En tal efeméride, el Ejército de Tierra actual patentiza su afinidad ideológica con la de aquella “mayoría” del mismo que ochenta y un años antes perpetró aquel golpe de Estado y no con la de la minoría del mismo, cuyos integrantes permanecieron siendo fieles a su propio juramento de fidelidad a la República y, en consecuencia, al Gobierno que la mayoría del pueblo español había elegido democráticamente cinco meses antes. Así, el Ejército de Tierra actual patentiza su filia golpista, o dicho con otras palabras, que es la casta militar, a la que se pertenece, principalmente, por tradición familiar o por vocación, según a muchos militares golpistas gusta decir. No obstante, lo políticamente correcto, desde hace casi cuarenta años, es que sus integrantes aparenten no ser golpistas, lo que explica que el Ejército de Tierra haya considerado que la publicación de la efeméride de aquel golpe de Estado es un “error”.

Que en la susodicha efeméride el “alzamiento” de la “mayoría del Ejército” en julio de 1936 se relacionara con un “enfrentamiento bélico” da a entender que esta “mayoría” y la minoría del mismo combatieron entre sí. Pero, dado el tamaño tan dispar de los bandos combatientes del mismo ejército y que la “mayoría” de éste contara, además, con el concurso de dos ejércitos extranjeros, ¿qué explica que tal “enfrentamiento bélico” se prolongara durante casi tres años? La Historia da la respuesta: Que aquella “mayoría del Ejército” combatió no solo contra la minoría del mismo ejército, cuyos integrantes habían permanecido siendo leales a su juramento y, en consecuencia, al Gobierno republicano elegido democráticamente por la mayoría del pueblo español, sino también contra esta mayoría popular, que se defendió de aquella “mayoría del Ejército” golpista con las armas a su alcance.

La adjetivación “cívico-militar” del sustantivo “alzamiento” resalta, aún más si cabe, que éste es un eufemismo de aquel golpe de Estado, y con la que se pretende encubrir que la “mayoría del Ejército” lo perpetró. Tal pretensión se sustenta no solo en sobredimensionar el protagonismo de civiles en el golpe de Estado, sino también en omitir que estos pertenecían a las castas política, religiosa, mediática, policial, judicial, funcionarial, universitaria y un largo etcétera de otras que habían fracasado en su intento de abortar la elección democrática de un Gobierno que cuestionara el insaciable enriquecimiento de sus dueños, es decir, de quienes entonces ostentaban el poder del dinero, que eran también civiles, por cierto. Con tal impostura, la susodicha efeméride castrense trata de hacer creer que aquel golpe de Estado fue una “guerra civil”, pero la Historia evidencia que la mayoría del pueblo español lo afrontó, lo que demoró su consumación.

En cualquier caso, cuando aquel fracaso del sinfín de castas se plasmó en las elecciones generales de 1936, los dueños de las mismas azuzaron a su casta militar y sobornaron a su cabecilla, logrando así que la “mayoría del Ejército” perpetrara aquel golpe de Estado contra el gobierno republicano que no hacía ni cinco meses que había sido elegido democráticamente en aquellas elecciones. Y el texto de tal efeméride rezuma añoranza por aquel papel golpista del Ejército que, hoy por hoy, quienes ostentan el poder del dinero, es decir, sus dueños, no volverán a azuzarle para que lo protagonice. ¿Por qué?

Porque quienes entonces ostentaban el poder del dinero recurrieron a su casta militar para que perpetrara aquel golpe de Estado después de que, recordémoslo, sus castas restantes hubieran fracasado en abortar la elección democrática de un gobierno que cuestionara su insaciable enriquecimiento. Y una vez perpetrado, tras haber logrado aniquilar a aquel gobierno republicano, junto con una parte del pueblo que lo defendió, y horrorizar a la restante, aquellos poderosos trataron de que su casta militar regresara a los cuarteles para aparentar la vuelta de la democracia, en la que sus otras castas, encabezadas por la política, les asegurarían, nuevamente, su insaciable enriquecimiento. Pero el cabecilla de aquella casta militar, el general del Ejército Francisco Franco Bahamonde, no se avino a tal permuta, sino que se afanó en conservar la dictadura militar hasta su muerte, que acaeció casi cuarenta años después de que encabezara el golpe de Estado que la impuso a sangre y fuego.

Es obvio que la razón por la que quienes entonces ostentaban el poder del dinero trataron en vano de permutar a su casta militar por la política fue económica: Estos poderosos sabían que se enriquecerían mucho más si sus intereses eran atendidos por su casta política en democracia, que si lo eran por su casta militar en dictadura porque, aunque la casta militar veneraba el poder del dinero y perpetraría todos los crímenes necesarios para asegurarles su insaciable enriquecimiento, los integrantes de la misma se sentían como ellos, sus dueños: eran lo que tenían. Y en este contexto de avaricia sin cortapisas, los dueños de dicha casta se avinieron a que los integrantes de la misma no solo se quedaran con parte del botín que con sus fechorías les procuraban, sino que, junto a compinches, crearan empresas para compartir el saqueo de los bienes públicos; el análisis de este saqueo hasta la actualidad, reseñado en el libro Ibex 35 de Rubén Juste, concluiría citando el refrán popular de aquellos polvos vienen estos lodos.

Pero quienes ostentaban el poder del dinero, cuando aquel cabecilla de su casta militar murió, dispusieron el “regreso a los cuarteles” de la misma, lo que les permitió aparentar la “vuelta de la democracia”, conocida como Régimen del 78. Así, el enriquecimiento de su casta militar quedó restringido a la parcela castrense, en la que aquella ha seguido haciendo de su capa un sayo merced a las prebendas otorgadas por la Constitución del Régimen del 78, mientras que su casta política, es decir, Unión de Centro Democrático -UCD-, Alianza Popular -AP- y el Partido Popular -PP- por un lado y por otro el Partido Obrero Socialista Español -PSOE-, se ha afanado en satisfacer su insaciable enriquecimiento en las restantes parcelas. Y a pesar de que tal sobre-enriquecimiento de los poderosos ha sido logrado descaradamente a expensas del empobrecimiento de la mayoría popular, la que de ésta vota, lo hace a dicha casta, fundamentalmente, lo que evidencia que aquellos cuentan, además, con una casta “popular”.

En la efeméride de aquel golpe de Estado, la casta militar advierte a las “generaciones futuras” que deben evitar “las condiciones que propicien” que el Ejército perpetre otro, por lo que el “servicio” que presta a sus dueños, hoy por hoy, podría ser amedrentarlas para que voten a la casta política. Pero tal “servicio” habría sido por propia iniciativa, porque las castas restantes, encabezadas por la política, constituida a día de hoy por el tripartito nacional PP&PSOE&C’s-Ciudadanos más otros partidos de ámbito regional, se afanan en una campaña contra las dirigencias de Unidos Podemos y de sus Confluencias, con la que sus dueños pretenden que las nuevas generaciones se abstengan de votar a aquellas dirigencias, tal y como lo habrían hecho mayoritariamente en las últimas elecciones.

Tal pretensión es obvia si se tiene en cuenta que aquella campaña se basa en un sinfín de  difamaciones y calumnias contra quienes integran aquellas dirigencias, porque si las nuevas generaciones se las creyeran, sólo podrían concluir que todos los políticos son iguales y, en consecuencia, abstenerse. Así, la casta política seguiría contando con un alto porcentaje de votos del censo al que la ley electoral vigente, sustentada en la Constitución del Régimen del 78, sobredimensiona su representatividad, es decir, le asigna un número de diputados mucho mayor al que su porcentaje de votos corresponde. Por ejemplo, en las últimas elecciones, la casta política nacional, es decir, al tripartito PP&PSOE&C’s, fue votada por el 45% de las personas censadas, pero la representan, merced a dicha ley, el 73% de los diputados del congreso, es decir, el 27% más de diputados de los que conforme al porcentaje de sus votantes le correspondería (95 de los 350 diputados que representan a todas las personas censadas). Tal despropósito democrático lo ha logrado la casta política porque la ley electoral vigente sobredimensionó su representatividad otorgándole la de las personas, entre otras, que no votaron.

Pero si tan infame campaña no menoscabara significativamente el apoyo electoral de aquellas  generaciones a las dichas dirigencias y éstas lograran formar un gobierno nacional que cuestionara la avaricia de quienes ostentan el poder del dinero, a buen seguro que estos se plantearían azuzar a su casta militar a que perpetrara un golpe de Estado para derrocarlo. En tal supuesto, aunque aquellas dirigencias tuvieran previsto que el Ejército perpetrara un golpe de Estado, habría que ser escéptico con respecto a que pudieran neutralizarlo, dadas las consecuencias de aquel otro objeto de la susodicha efeméride, entre las que destacaría que el Ejército español sea monolíticamente golpista, porque ha asumido el golpe de Estado dado en 1936/39 sin siquiera tratar de excusar la vileza y felonía que perpetrarlo supuso ni pedir perdón por los centenares de miles de muertes que causó.

Aquella opinión del antes citado ex-JEMAD, según la cual había sido un paso “p’atrás” que el Ejército de Tierra publicara la efeméride del susodicho golpe de Estado, conlleva que el mismo ejército tendría que haber dado antes un paso para adelante, pero no lo ha explicitado, quizá, porque no existió. Al respecto debe recordarse que este excelso militar había declarado, siendo ya militante de PODEMOS, no sólo su anhelo de que “parte de la sociedad pierda el miedo hacia el Ejército”, sino también su convicción de que “no todas las Fuerzas Armadas son golpistas” (4). Y en un hilo colgado en un foro de debate (5) tildé de errónea su convicción recién transcrita, porque la Historia ha evidenciado que la ejecución de aquel golpe de Estado no requirió tal unanimidad, sino solo la de la mayoría del Ejército, tal y como el actual ejército explicita en su efeméride del mismo; y en el mismo hilo afirmo de los militares que perpetraron aquel golpe de Estado, lo que el Ejército actual omite al conmemorarlo: que asesinaron a sus compañeros de armas que se opusieron a secundarlo, es decir, a quienes cumplieron su juramento de lealtad a la República y, en consecuencia, al Gobierno que la mayoría del pueblo español había elegido en unas elecciones democráticas.

En el mismo hilo, además, considero que una parte de la sociedad actual siente miedo del Ejército porque es consciente no sólo de que éste perpetró aquel golpe de Estado, un acto terrorista sin parangón que conllevó el asesinato de centenares de miles de personas, sino también de que sus sucesivas hornadas de integrantes lo han asumido sin criticar la vileza y felonía  que supuso perpetrarlo ni pedir perdón a las víctimas del mismo, por lo que concluyo que tal miedo está plenamente justificado.

Otra parte de la sociedad actual no es consciente de que el Ejército sea una amenaza democrática porque se ha impuesto el relato según el cual los golpes de Estado hoy en día ya no son como los del siglo anterior, de los que se considera paradigmático el perpetrado por las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile en 1973 contra su presidente Salvador Allende Gossens; éste entonces les opuso resistencia en la sede oficial de La Moneda, siendo por ello asediada y bombardeada por tierra y por aire por aquellos golpistas, hasta que lograron asaltarla para asesinar al citado presidente y simular, zafiamente, que se había suicidado.

En este sentido, el profesor Juan Carlos Monedero Fernández, fundador de PODEMOS, comenta que aquellos bombardeos no son ya necesarios para perpetrar golpes de Estado, porque ahora lo son por parlamentos corruptos, ejemplarizando tal afirmación en el parlamento brasileño, que mediante patrañas ha destituido a Dilma Rousseff del cargo de Presidente, para cuyo desempeño había sido elegida en unas elecciones democráticas.

Sin embargo, en mi opinión, el uso de la locución golpe de Estado debiera restringirse a la acción de la casta militar que derroca al gobierno democrático que cuestiona el insaciable enriquecimiento de sus dueños y aterroriza al pueblo que lo sustenta. Y en este contexto, aquella destitución parlamentaria de la presidenta Rousseff habría sido una treta de la casta política pergeñada por sus dueños, es decir, por quienes en Brasil ostentan el poder del dinero, con la que han logrado que ésta gobierne para que les asegure su insaciable enriquecimiento. Pero si así no lo hubieran logrado, a buen seguro que se habrían planteado azuzar a su casta militar para que perpetrara un golpe de Estado y la derrocara.

Al respecto convendría recordar que en las elecciones legislativas celebradas en 1973 en Chile el objetivo descarado del sinfín de castas opuestas al presidente Salvador Allende, entre las que por su ignominia resaltaba la judicial, era que los parlamentarios de la casta política le destituyeran, pero el pueblo chileno con sus votos lo impidió. Entonces, el Capital foráneo y la reacción de aquel país, es decir, quienes ostentaban el poder del dinero, azuzaron a su casta militar a dar un golpe de Estado contra dicho presidente; y los integrantes de la misma, convertidos en zafios criminales, lo perpetraron cuando apenas seis meses habían transcurrido desde aquellas elecciones.

No da la impresión de que el Ejército español actual pueda ser una amenaza democrática por haber asumido el golpe de Estado perpetrado en 1936, porque para perpetrar otro requeriría la conversión criminal de los militares coetáneos que lo integran, lo que para cualquier persona sana resulta increíble. Estas personas, que infieren tal incredulidad conforme a su empatía, no pueden ser conscientes de aquella amenaza castrense, porque la materialización de la misma requeriría aquella conversión criminal que consideran increíble. Y sin embargo, la Historia constata no solo la conversión criminal de los integrantes del ejército que perpetran un golpe de Estado, sino también que muchas de sus víctimas son sorprendidas por la misma.

 

NOTAS

(1)  https://www.reddit.com/r/podemos/comments/6p9wyt/carta_abierta_a_un_militar_golpista/

(2) http://www.abc.es/espana/abci-julio-rodriguez-critica-ejercito-definir-18-julio-igual-cuando-jemad-201707230309_noticia.html

(3) https://www.infolibre.es/noticias/politica/2017/08/30/cospedal_justifica_que_glorifique_julio_los_cuarteles_porque_tambien_hacia_cuando_gobernaba_psoe_69035_1012.html

(4) http://www.eldiario.es/politica/Ejercito-castigan-Podemos-concedan-destino_0_623288217.html

(5) https://www.reddit.com/r/podemos/comments/63r1go/la_casta_por_antonomasia_y_unidos_podemos/

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