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Del difícil problema de la izquierda al difícil problema de los “centros”

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Existe una  opinión muy compartida en cuanto a que la crisis que vive el mundo globalizado es una crisis doble, Por una parte es crisis de la sociedad y, por otra, es una crisis del sujeto. Esta crisis que en su expresión económica se manifiesta en permanentes y sucesivas turbulencias,  más allá de ello por su profundidad adquiere el carácter de una crisis civilizatoria. Lo que de este modo pone en el centro observar que va quedando después de sus desbastadoras consecuencias de las formas tradicionales de sociedad que hemos conocido y que sobreviven hasta aquí. Así,  lo que permea todo lo social, cultural  y lo político es el tema de la identidad.

No por ello es extraño que algunos piensen que lo que hay que conservar y rescatar es la ética. Eso definiría la identidad, por ejemplo, de un partido político. Pero esto es un reduccionismo que no resuelve el problema de fondo de la identidad de un partido político, justamente porque es un conglomerado político y la ética es una parte, muy importante, pero solo un parte del hacer de la política.

La pregunta que debe resolver cualquier ente político hoy es que desea cambiar y que desea conservar del orden imperante. Y, esto lo pone de frente al problema de responder si esta por mantener el actual sistema articulado social económica a y políticamente por el capitalismo como sistemas o, está por avanzar en el desarrollo de una sociedad que camine hacia  formas culturales y sociales  y económicas no capitalista.

Y aquí me situó en lo que llamo el difícil problema del centro político en nuestro mundo de  hoy. Porque esta pregunta está planteada hace tiempo y porque existen respuestas que se suponían las más correctas  para responderla, algunas de las cuales se han ensayado y sus resultados son parte del debate y del “difícil problema de la izquierda”.

El problema es que estas respuestas fueron propuestas hechas y algunas realizadas, desde una perspectiva ideológica marxista. Es a propósito de ésto que surge el difícil problema del centro político de izquierda, que sin ser parte de la historia de movimientos que ya han respondido en parcialmente esta pregunta, abrigan en su pensamiento ideas de renovación  del actual régimen político y social, sin plantear con claridad su sustitución. Esto, porque al hacerlo  su referente obligado para tal definición política toca el ideario y los modelos de sociedad  de la izquierda marxista, por ello, discrepando de esta ideología y  para diferenciarse de ella se plantean como “centro izquierda”.

A esta altura es claro que el problema para la “centro izquierda” es un problema de identidad. En el caso de la “centro derecha” el problema es el mismo. Solo que su identidad se asocia al régimen capitalista imperante, en su versión neo-liberal, igual que en la izquierda la expresión “centro, “suponen ellos les quita el sesgo ideológico ortodoxo proveniente de las tendencia que han dominado el escenario político mundial en los últimos 100 años.

Slavoj Zizek, filósofo y critico cultural esloveno, plantea que lo que sostiene la identidad de un campo ideológico es el cumulo de significantes flotantes. Este cúmulo de elementos protoidelogicos se estructuran en un campo unificado mediante la intervención de un determinado “punto nodal”. Los puntos nodales están definidos como aquellas variables que poseen la característica de servir o funcionar como ejes de análisis en los diferentes momentos del desarrollo por los que atraviesa el ser humano en su crecimiento y desarrollo. Según este autor, estos “puntos nodales” provocan un “acolchonamiento” de estos significantes flotantes, deteniendo su desplazamiento y fijando su significado.  El espacio ideológico está hecho de elementos sin ligar, por lo e se pone en juego en la lucha ideológica es cuál es el “punto nodal” que totalizara o incluirá en su serie de equivalencias a esos elementos flotantes.

Mientras mantengan su carácter de significantes flotante, por ejemplo, expresiones como ecologismo, feminismo, racismo, etc., su conexión con otros  elementos ideológicos no está predeterminada. Se puede ser ecologista, feminista, racista, etc. socialista o conservador. El “punto nodal” realiza la totalización mediante la cual está libre flotación se detienen, haciendo que estos elementos se conciertan  en una red estructurada de significados. Usando un ejemplo de la realidad política europea este autor señala que la lucha entre conservadores y socialdemócratas es “libertad”: los neoconservadores tratan de demostrar que la democracia igualitaria expresada en el Estado de bienestar lleva a nuevas formas de servidumbre, al individuo a depender de un Estado totalitario, mientras que los socialdemócratas afirman que la libertad individual , para que tenga sentido, se debe basar en la vida social democrática, la igualdad de oportunidad económicas y demás.

Ahora bien, este análisis puede ser útil para entender cómo se constituye un campo de dominio ideológico. La pregunta que surge es si  es  válido para comprender un campo de valores al interior de un estructura social, por ejemplo, un partido político donde resulta mas fácil observar la ideología. La pregunta que se puede plantear es  si los valores son “significantes flotantes”. Es mi parecer que este concepto es útil para entender cómo se plasman las ideas al interior de una estructura, pero no resuelve la relación entre estructura y valor. El análisis de los valores pertenece a otro dominio de análisis que no es propio de la ideología. Eso porque los valores tienen pretensión universal y  apuntan a un orden distinto al de las estructuras. Estas se realizan en el espacio-tiempo histórico, en tanto que los valores ordenan coordenadas que pertenecen al tiempo trascendente, esto es, son permanentes, no se realizan al igual que una estructura.

Por eso es complejo introducir esta discusión sobre ética y valores, como si fuera una discusión ideológica al interior de estructuras políticas. Se corre el riesgo de “ideologizar” la discusión y confundir los planos. Hay que evitar que esta discusión sirva para esconder diferencias ideológicas o sustituir la problematización  de ellas, que es  parte del “difícil problema del centro político”, sino la parte más relevante de éste.

Esta reflexión es a propósito de le entrada de la ética en  el debate político  Ello porque de la mano de la ética viene la moral. Compartiendo la afirmación de Foucault que entiende la ética, “como la elaboración de una forma de relación con uno mismo que permite al individuo constituirse como sujeto de una conducta moral” , el debate ético debiera ser una apelación a la responsabilidad de cada uno de nosotros en lo que acontece en la política y  como nos hacemos cargo de la superación de su crisis para construir un consenso sobre un Chile distinto al que hemos venido construyendo. Lo que no puede ser es un debate que asuma la ética  como un “punto nodal” para superar el difícil problema del centro político.

-El autor, Jorge Leiva Cabanillas, es  Psicólogo Ph.D.

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