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Resignificación de lo popular en la Nueva Canción Chilena: el aporte de la balada

Resignificación de lo popular en la Nueva Canción Chilena: el aporte de la balada
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Patricio Manns entrevistado por Alex Ibarra

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Entrevista a Patricio Manns (P.M) Cantante y escritor. Realizada por Alex Ibarra Peña (A.I) Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada.

A.I: Patricio, muchas gracias por la entrevista. Eres una de las voces chilenas más conocidas y algunas de tus canciones se convirtieron en clásicos de la música chilena. Si es que tuviéramos que clasificar tu trabajo desde una perspectiva musicológica se te puede considerar como uno de los referentes de la Nueva Canción Chilena. ¿Estás de acuerdo con que se te considere como parte de ese movimiento musical? ¿Desde un punto de vista musicológico qué aportes te parecen los más significativos de este movimiento?

P.M: Yo fui uno de los fundadores de la Nueva Canción Chilena. Estuve allí desde el primer día, aun cuando entonces el movimiento no se llamaba así, pues no nos habíamos propuesto fundar nada semejante. La Nueva Canción fue naciendo por su propia inercia. Más tarde Ricardo García la encasilló con su nombre actual.

Los aportes de la NCCH resaltan nítidamente ante los ojos de cualquier observador atento. Entre los más importantes se percibe un gran trabajo sobre la línea melódica y otro no menos importante sobre el trabajo armónico. También el desarrollo del contenido de los textos, lo que la diferencia fundamentalmente del folklore.

A.I: Fuiste parte de los músicos populares que se reunían en la peña de calle Carmen 340. Lugar al cual concurrieron varios músicos destacados de nuestra historia que cultivan música con arraigo folclórico. ¿Según tu opinión cómo se fue dando la relación de este tipo de música folclórica con algo así como una tendencia “under”?

P.M: La Peña de Carmen 340 fue fundada por Ángel e Isabel Parra, Rolando Alarcón y yo en junio de 1965. A esa Peña se sumó unos meses después Víctor Jara y por un período muy corto Violeta Parra que luego se fue a La Carpa de la Reina. Con el tiempo la Peña pasó a llamarse de los Parra. Yo evolucioné de canciones muy primitivas, que no utilizaban más de tres o cuatro acordes, hacía una línea próxima a la balada, que es una forma musical antiquísima, muy popular en el medioevo europeo, principalmente. Los Beatles fueron baladistas, y lo mismo fue Víctor Jara.

No fui nunca folclorista aunque tengo por ahí una que otra samba, tonada o cueca. La balada es la madre de toda la música popular que se escribe en el mundo. Es un prototipo con muchas variantes melódicas y armónicas en su interior. “Elegía para una muchacha roja” compuesta por mí en 1969 y “Te recuerdo Amanda” de Víctor Jara es un claro ejemplo de lo que estoy diciendo.

A.I: Eres un artista que padeció la censura y la persecución política instalada por la dictadura. De regreso al país te convertiste en uno de los creadores más activos. ¿Cómo se fue dando esa motivación para dedicar gran parte de tu vida a la creación comprometida?

P.M: Se me sometió a censura mucho antes de la aparición de la dictadura. Aún hoy mis trabajos musicales y literarios se comentan raramente en la prensa. Y las grandes radios raramente tocan mis temas, no así las radios de provincia. En diciembre de 2015 saqué un excelente disco “La emoción de vivir” y nunca apareció un mísero comentario. “La tierra entera” el anterior, ganó el Premio Altazor y sucedió casi lo mismo. No sucede lo mismo con otros países en donde se hacen doctorados con mi obra literaria y musical. Aunque debo confesar que en menor escala también se han hecho en Chile. Por ejemplo, Benjamín Guzmán, hizo su tesis doctoral sobre mi obra en La Universidad Autónoma de Barcelona y a mediados del año pasado la Universidad Católica del Norte publicó su trabajo “Palimpsestos de una contramemoria literaria: Poética novelística de Patricio Manns”. Su investigación cubre las 12 novelas mías que fueron publicadas entre 1967 y 2010.

A.I: Hace algunos años atrás, creo que, como una de las actividades culturales relacionadas al Bicentenario de la nación, tú canción “Arriba en la cordillera” recibió el mayor reconocimiento que se entregaba. ¿Qué piensas sobre el reconocimiento que se le hizo a esa canción? ¿Qué canciones son las que más quieres de tu repertorio?

P.M: “Arriba en la cordillera” ha sido considerada por los especialistas como la primera obra de la Nueva Canción. Ella introducía elementos textuales y musicales que no se encuentran en las producciones de ese tiempo y del tiempo anterior. Rompió muchos esquemas y estereotipos. No podían sino premiarla y ha sido premiada en numerosas ocasiones. Es una canción que resiste al tiempo, pues se canta hoy día como en el momento de su aparición, hace un poco más de 50 años. Entre mis canciones más originales o que más quiero se encuentra “Valdivia en la niebla”, “El concierto de Trez Vella”, “Balada de los amantes del camino de Taverney”, “Elegía para una muchacha roja”, “La dignidad se convierte en costumbre”, “Cantiga de la memoria rota”. Esta es una pregunta muy difícil de contestar es como si me peguntaran a cual hijo quiero más.

A.I: Digamos que varias de tus canciones son una suerte de relato de historias cotidianas. En esa escritura de textualidad que realizas, ¿ocupan un lugar relevante tus experiencias biográficas o le das más crédito a relatar historias de otros?

P.M: Hay una mezcla de ambas cosas. Muchas canciones son autobiográficas y otras representan la experiencia de terceros que me han tocado profundamente. El arte en general es así. Se nutre de lo que viene de adentro, y también de lo que oye y de lo que ve.

A.I: En estos días me está llegando, por tu generosidad, un libro tuyo de los setenta que se acaba de republicar y que es un hito dentro del escaso material musicológico con el que contamos, me refiero a “Violeta Parra, la guitarra indócil”. ¿Qué elementos son los centrales que destacas de la figura de esta gran artista chilena?

P.M: Primero Violeta es irrepetible. Pasarán siglos antes de que surja alguien que le unte los zapatos con polvo. Era una mina de gran personalidad, una mujer volcánica, que sabía ser dura y ser dulce. Muy leal con sus amigos y muy preocupada de los otros. Generosa, pedigüeña, tan pronto surgía del pasado como del futuro. Tenía plena conciencia de quien era y lo decía. Pero nunca se creyó el cuento de que era la madre de la Nueva Canción Chilena. Ese mito se echó a rodar por motivos comerciales de quienes comercian con su arte.

A.I: Sin duda eres alguien que por sus capacidades pudo desarrollar un trabajo multifacético en la escritura, por ejemplo, de poeta, periodista y novelista. ¿Consideras que tu producción de novelas todavía no es tan conocida? ¿Estas actualmente desarrollando algún proyecto en este género escrito?

P.M: El problema es que mi literatura es más conocida en el extranjero. Argentina, por ejemplo. Allí hay cátedras consagradas a mis libros en universidades mayores. También en Estados Unidos hay profesores chilenos como Gabriela Mora y Juan Armando Epple que han hecho muy buenos trabajos para difundir mi obra. En lo inmediato estoy invitado a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y al de Antofagasta inmediatamente después. Esto es del 30 de abril en adelante. Actualmente trabajo en tres libros: uno que será novela y va bien encaminado, otro que es poesía y el tercero es un libro experimental en el que Horacio Salinas, mi gran compinche musical, y director del Inti-Illimani Histórico me cuestiona desde todos los ángulos posibles, es un libro que está auspiciado por la SCD y que saldrá apenas terminemos de escribirlo calculo que será por el mes de agosto o septiembre.

A.I: Para finalizar, te quería llevar a una pregunta en torno a las políticas culturales actuales. En este momento en que hay una institucionalidad estatal que reconoce la importancia de la producción y la difusión cultural. ¿Tienes algún juicio en torno a lo que se ha venido haciendo desde ese interés político que declara una valoración por la cultura? ¿Qué cuestiones serían urgentes para un desarrollo de una producción artística de calidad?

P.M: Vamos por buen camino. Desde un tiempo a esta parte la cultura ha sido valorada por las autoridades. Tenemos a disposición fondos para desarrollar proyectos, hay varios certámenes muy útiles, el cine chileno se está haciendo conocido en el mundo, y seguramente le meterán mano a los Premios Nacionales que están muy dejados a su suerte y no cumplen los objetivos para los cuales fueron estatuidos. Falta un buen reportaje de investigación que saque a la luz el estado en que se encuentran. Por ejemplo, son bianuales, su entrega se bifurca entre poesía y prosa o, en música, no se premia a la música popular sino a la académica. Los jurados son inamovibles. Margot Loyola y Vicente Bianchi son las únicas excepciones. Violeta, Víctor y Luis Advis nunca fueron galardonados. Y muchos otros como Nelson Villagra estamos todavía tamboreando en un cacho.

-Artículo publicado también por Le Monde Diplomatique

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