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Del MilicoGate al PacoGate

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19-03-2017
En la historia del enriquecimiento ilícito las Fuerzas Armadas y la Policía ostentan un récord sin parangón: además de tener  el monopolio de las armas, es decir, el poder de matar a su prójimo, incluso, “hazaña” defendida por capellanes militares, a los que poco les importa el cumplimiento del mandamiento “no matarás…”, se atreven a entender la guerra como un negocio personal. En el siglo XVIII y comienzos del XIX, la compra de pertrechos militares, que incluye no sólo armas y otros elementos necesarios para la  guerra, pues se agrega vestimentas y zapatos.

Voltaire se hizo millonario gracias a la venta de pertrechos al ejército; en el siglo XIX, en Francia, el “enriqueceos” se cumplía a la perfección por medio de la formación de grandes fortunas. En Chile, en las dos guerras contra Perú y Bolivia, los  grandes empresarios del carbón, los Cousiño, aumentaron su fortuna debido al conflicto bélico. Diego Portales,  al igual  que Sebastián Piñera, hacía negocios con el Perú, por consiguiente, le era muy útil la guerra contra el mariscal de Santa Cruz, en la Confederación Perú-boliviana.

Francisco Antonio Encina falta a la verdad cuando se refiere al Presidente de la República Aníbal Pinto, pues no es cierto que terminó  pobre al finalizar su gobierno, por lo que se vio forzado a trabajar en traducciones, pues era accionista de la Compañía Carbonífera de los Cousiño. La guerra siempre ha sido, a través de la historia de la humanidad, un excelente negocio para millonarios y oficiales de las Fuerzas Armadas y consiguiente ruina  para los pobres.

Durante el período de la dictadura de Augusto Pinochet y, posteriormente, cuando ocupó el cargo de Comandante en Jefe del Ejército, él, su familia y muchos oficiales de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, se enriquecieron sobre la base de compraventa-venta de armas y pertrechos – baste recordar el negociado por la venta de armas a Croacia y a Ecuador, a este último país en plena guerra con Perú, en que Chile era un garante de la paz -; el general Pinochet, cuando fue detenido en Londres, fue encontrado  en medio de uno de esos negociados, sin ninguna fiscalización por parte del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Buen padre y modelo tienen los milicos y pacos actuales.

Los ministros de Defensa de la transición a la democracia jamás han fiscalizado el actuar de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas que, hasta ahora, han hecho lo que quieren con el presupuesto fiscal, incluso con el 10% de la venta del cobre que perciben anualmente, cuyo monto podría, al menos, subvencionar los gastos en salud y educación. Estos secretarios de Estado semejan a los agregados militares, quienes desde el extranjero enviaban informes directamente al general Pinochet, saltándose al mismísimo Presidente de la República. Este cargo de ministro de Defensa  es decorativo y muy agradable ya que el Estado da mucho dinero y  mantiene muy contentos a los generales en jefe y al cuerpo de oficiales. Es muy placentero trabajar en este ministerio,  pues como aérea cubierta económicamente, los problemas a resolver son mínimos. (Un Personaje tragicómico de los que han ocupado esta Cartera es el colorín Jaime Ravinet, quien de democratacristiano pasó a ser un momio podrido).

Algunos ingenuos se preguntarán ¿por qué la Contraloría no ha sido capaz de fiscalizar ninguno de los desfalcos en secciones de finanzas del Ejército y, actualmente, de Carabineros? ¿Por qué es tan fácil para los integrantes de la dirección financiera de ambas instituciones traspasar grandes cantidades de dinero de las cuentas institucionales a las personales? En el caso del ejército, el último delito no hubiera sido descubierto si un cabo, que gana un modesto salario,  no hubiera jugado millones de pesos en el casino de Montichelo, y en el caso de los Carabineros, si un funcionario del BancoEstado no hubiera dado la alerta a la Unidad de Control Financiero por transacciones sospechosas, en este caso, de 300 millones de pesos, realizada por un  oficial de carabinero perteneciente a esta Unidad. Se supone que existen controles sorpresivos a las Unidades Financieras que manejan tanto dinero, ¿por qué durante los últimos cinco años no hubo ningún control?

Es cierto que la actitud del Director general de Carabineros, Bruno Villalobos, ha sido clara y rotunda en la condenación de estos delitos y no duda tampoco en destituir y enviar a la cárcel a los culpables de estos delitos, sin embargo, que contraste con el silencio de la comandancia en jefe Ejército, que se parapeta en la “justicia militar” institución muy discutible y que sólo debiera actuar en tiempo de guerra.

Hasta el momento se computan en Carabineros 8.000 millones de pesos defraudados al fisco, y se calcula que el monto podría ascender a 18.000 millones de pesos. El General Villalobos ha llamado a retiro a seis oficiales administrativos responsables de faltas a la probidad, sea por acción u omisión, y ya hay 17 efectivos de carabineros que fueron pasados a control de detención, pero que están libres por errores de procedimiento, según el dictamen de la jueza, alegando que su detención se había realizado en lugares que no correspondían a la jurisdicción de la jueza,   la comuna  de Providencia, en Santiago, cuando de hecho algunos fueron aprehendidos en Villarrica, Chillán y Talca.

Son tantos los millones defraudados que, por lógica, oficiales y suboficiales tenían que gastarlo en lujos muy ridículos: el capitán Carlos Rojas, por ejemplo, contrató una limusina, equipada con todos los servicios, cuyo costó oscilaba entre uno y tres millones de pesos, además arrendó un helicóptero privado para volar sobre el Cañón del Colorado, otro  oficial tiene  cabañas en Villarrica, y un tercero una colección de autos de lujo; estos lujos, dentro de lo que se ha descubierto.

Chile está podrido: baste sumar los delitos de los curas pedófilos, la mezcla de negocio y política, los robos en el Ejército y Carabineros y la colusión de los empresarios y demás millonarios, sumado a la idiotez de los pocos electores que van a concurrir a las urnas en noviembre próximo para optar por “un gato que cuide la carnicería. “…Gobiernos dignos y timoratos donde haya quesos no mandéis gatos”. (Rafael Pombo).

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

19/03/2017

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