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12 de octubre: el permanente reclamo a la colonización

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Puede pasar como un feriado más que siempre viene tan bien a un pueblo explotado por la lógica capitalista del neoliberalismo que defiende el Estado. Los años de la posdictadura han sido de engaños y represión al pueblo mapuche, al igual que para los ciudadanos comunes víctimas de una sociedad clasista que hace lo que sea por mantener el privilegio para algunos pocos. Me refiero al orden político institucional que puede ser representado como un concubinato entre la clase política y los dueños de Chile. Hay que decirlo Chile tiene dueños y no soberanía, el historiador Sergio Grez ha sido muy claro cuando nos ha ilustrado la ausencia total de soberanía en la historia política de nuestro país. La soberanía popular cuando tuvo alguna chance, como se sabe, ha sido siempre duramente reprimida.

Hay algunas lecturas políticas que hacer por estos días, en las que podemos advertir la preocupación del Estado por la situación Mapuche. Se nos viene diciendo por años en los medios de comunicación relacionados a los dueños de Chile que se viene avanzando con las políticas de desarrollo hacia el pueblo Mapuche, debido a que existen una seria de convenios internacionales que exigen esta atención especial. Esto deja la sensación de que el Estado está haciendo algo en torno a esta situación de reparación con los pueblos originarios. Entre los líderes más activos de este pueblo, como es el caso de los testimonios aportados por Héctor Llaitul que encabeza a la CAM, una de las organizaciones políticas de las más violentas en los últimos años, sindicadas por parte de la prensa y por políticos representantes de la derecha tradicional. En una reciente entrevista el líder señalado ha sido enfático en señalar algunas cuestiones relevantes que sirven para confundirse con la demagogia y falacias de la clase opresora que representa los intereses de los dueños de Chile.

La primera de estas cuestiones que quiero destacar es que hace algunos meses esta organización política viene ofreciendo acuerdos de paz, los cuales proponen un cese a los atentados al capital que bajo la operaciones del boicot a las empresas -estrategia clásica de movimientos de resistencia- han resultado ser el motivo más fuerte para que los distintos Estados “democráticos” hayan militarizado la araucanía. Para todos es sabido que los dineros del Estado se invierten en la protección del capital de los dueños de Chile. Dinero, por cierto que podría ser ocupado en políticas públicas de beneficio hacia los más desfavorecidos, es decir invertir la preocupación del Estado por favorecer a los capitalista. Dicha práctica, herencia de la instalación del capitalismo colonial ha sido protegida por nuestros políticos congresistas vinculados a los gobiernos que vinieron después de larga dictadura. Este tipo de políticas es a las que los vecinos argentinos comienzan a temer, ya que el sistema neoliberal se ha radicalizado con el gobierno de Mauricio Macri. Quedan años de resistencia por venir para aquellos que militan en la resistencia al neoliberalismo. Sobre la propuesta de la CAM no ha habido ninguna respuesta por parte de los representantes del Estado, señora presidenta tal vez se perdió el Premio Nobel de la Paz, porque si se lo dieron al presidente Colombiano también podrían haberla premiado a usted. Pero, bueno tal vez el premio de dinero era insignificativo en relación a lo que podrían perder los dueños de Chile si es que usted orientara un acuerdo serio que incluya el diálogo con los Mapuches que participan del conflicto sin temor a traicionar a la clase que protege.

Con sabiduría el líder Mapuche coloca el tema de poner fin a la militarización del territorio en conflicto, los medios de prensa alternativos hace años que vienen hablándonos de esta categoría de colonización y de violencia que sufren los habitantes de este territorio. En columnas anteriores hemos advertido del aumento de implementos para la represión con las que han blindado a las Fuerzas Especiales que vienen a ser las encargadas de la defensa del capital de los dueños de Chile. Hay que insistir en este tema, no es un buen signo de una sociedad democrática y tolerante que se dote de mejor armamento a las fuerzas de represión y tampoco es justo que dineros del Estado se ocupen en la defensa del capital. Ambas cuestiones son graves para la democracia, ya que no tienen ningún sustento ético. Justificar la explotación a los más desfavorecidos es uno de los problemas éticos más graves que se pueden cometer. Hay que insistir en la desmilitarización de las policías y hay que oponerse a las leyes que pretenden otorgarle mayores garantías. No hace bien mantener esta situación de coloniaje.

Como sociedad estamos en una deuda grande con el pueblo Mapuche, no hemos sido tan solidarios con justas demandas que por otra parte ayudan a recuperar una identidad que hemos invisibilizado. El colonialismo ha hecho bien su trabajo de borrar nuestras identidades heterogéneas, hemos sido colaboracionistas al colonialismo. Como bien se sabe, es más eficiente esta dominación cuando se logra instalar una estructura de colonialismo interno. El sistema educativo ha sido eficiente en la negación de nuestra identidad, las estrategias de poder son instituciones muy eficientes, ya que no es muy difícil que nos pongamos en favor de la clase explotadora en vez de no justificar los abusos opresivos al más desfavorecido. Los conceptos de “pobre” o “Indio” incluso son usados como insulto. Hay una deuda con la clase desfavorecida que hace que este país siga siendo como modelo de productividad, los pobres con su trabajo siguen siendo los generadores de la riqueza de otros. Es brutal la injusticia económica instalada en Chile y que pensar que varios de los responsables directos de esta barbarie están convencidos en volver a ser nuestros presidentes, el negocio debe ser muy bueno para ser tan cara duras.

El 12 de octubre nos recuerda la negación de nuestra identidad indígena, pero dicha cuestión no puede ser comprendida de una manera apartada a la instalación del sistema capitalista como medio de dominación. Los procesos de liberación pendientes que requieren de la atención de los nuevos movimientos sociales. El mea culpa es tremendo, reconocerse como víctima-victimario es una de las situaciones más complejas de nuestra sicología, tan compleja como la capacidad de reconocerse engañado por falta de inteligencia. Se requiere una actitud bastante valiente para reconocerse como engañado y para reconocerse como un agente participe de las acciones de injusticia graves a las que vemos enfrentados cotidianamente. Esta ha sido nuestra historia, no tenemos otra distinta. Los elementos de clase y de raza no se relacionan desde la solidaridad, preferimos negar aquellas situaciones de diferencias, el ejemplo se puede extender hacia el género y mencionar a dos prisioneras políticas como son en Chile la machi Francisca Linconao y en la Argentina Milagro Salas líder jujeña.

Un proceso de concientización individual sobre estas cuestiones es urgente, no hay mejor manera de llevar a cabo la transformación de nuestro orden intelectual y moral. Para finalizar, sólo añado que estas acciones no sólo son reparadoras de un problema histórico de nuestra nación, sino que también hoy vienen a ser urgentes para la integración de los migrantes y no terminar negando los derechos humanos de estas personas que por distintas razones comienzan a ser parte de nuestra ciudadanía y que no tengan que pasar por sucesos de discriminación como los que acaba de pasar la destacada vocera de derechos humanos la colombiana Piedad Córdoba que por venir a hablar de la temática mapuche es considerada como alguien que atenta contra la Seguridad Nacional. Me gusta hablar de que estamos frente a situaciones históricas que permiten la construcción de un Chile distinto y alternativo a la imagen estandarizada y maquillada de nuestro país. Los procesos culturales de transformación sin duda son procesos de nuestros modos de hacer lo político.

El autor, Alex Ibarra Peña, es académico en la Universidad Católica Silva Henríquez.

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1 Comentario

  1. José Maria Vega Fernandez

    Ese Chile «distinto y alternativo», si lo hubiese soñado Allende, y ese sueño hubiera llegado a la praxis política y social hasta la actualidad…Y si no hubiese existido la represión brutal, y la oligarquía clasista se hubiese ido a otros países….
    ¿Cómo estaría hoy el llamado «pueblo mapuche»?
    Dispondrían de las ricas tierras del Sur para sus productos de exportación sin intermediarios?
    Y de las tierras pobres para sembrar coniferas y eucaliptus y tener su industrias madereras y sus papeleras para exportación?
    Educarían a sus descendientes en rucas humeantes o los mandarían a Harvard?
    Y emplearían a sus tocayos mestizados con blancos, de rasgos mapuches o huiliches pero con ojos verdes o azules?
    ¿Cuantos escenarios más podríamos suponer?

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