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“No se puede servir a Dios y al dinero”

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18 de septiembre de 2016

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TE DEUM – Fiestas Patrias 2016.

“NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO”  (Lucas 16, 1-13).

206 años de Independencia marcan la historia de Chile. Bien merece celebrarlos como pueblo agradecido. Es la fiesta de la vida que nos reúne hoy como hermanos, a autoridades, a personas de buena voluntad, a fieles creyentes en el Dios fuente de Amor, de Misericordia, de Paz. Bienvenidos TODOS: señor Intendente don Jorge Calderón Núñez y señora, señores Parlamentarios, señoras y señores Autoridades Gubernamentales, Judiciales, Militares y de Orden, Políticas, Sociales, y HERMANAS Y HERMANOS TODOS.

Hoy, por ser domingo, celebramos de Te Deum en el contexto de la Eucaristía, como se hizo por muchos años desde los albores de la Patria. Como pueblo creyente reconocemos y celebramos la presencia de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestro pueblo. Un Dios que nos inspira, nos guía, nos acompaña, nos desafía, nos perdona, nos ama con su ternura, con su misericordia, con sus enseñanzas.

Celebrar a Dios nos eleva a lo más noble de nuestra dignidad y nos hace reconocer que en algo, o en mucho, necesitamos cambiar. Celebrar a Dios nos anima a escucharle a Él.

Hemos escuchado su Palabra en algunos libros y pasajes de la Biblia que hoy nos han enfocado en el tema de LA JUSTICIA, sobre todo en relación a nuestras opciones fundamentales, a nuestras actitudes y decisiones en la administración de los bienes, del dinero, y sus consecuencias en nuestros hermanos.

En el Evangelio Jesús nos presenta una parábola en que un ADMINISTRADOR es acusado de malgastar los bienes de su señor, del dueño. Un administrador injusto, corrupto, que está en una emergencia. Será despedido. La maldad tiene raíz en su corazón, por lo tanto, nos dice Jesús, el ser deshonesto en lo poco, será deshonesto también en lo mucho. A su vez, quien es fiel y justo en lo poco, será honesto también en lo mucho. Sin embargo, este administrador corrupto es astuto en su maldad. Merece la reprobación moral y la sanción legal. Su corrupción lo llevó a elevar el dinero y los bienes en ÍDOLOS, eran su “dios”.

El dinero y los bienes no son malos, mas bien son necesarios, pero si pasan a ser ídolos, llegan a ser crueles, pues se alimentan de carne humana, comen el corazón, la mente, la voluntad, la libertad de las personas, y nos hacen esclavos de su tremendo poder.

Mientras que LAS PERSONAS, sobre todo LOS POBRES, reflejo y presencia de Dios, valen más que el dinero, y llegan a ser sacramento de comunión entre hermanos y con Dios. “El pobre es Cristo”, proclamaba P. Hurtado.

Dios es el dueño de los bienes, nosotros somos sus administradores. Desnudos hemos venido al mundo y desnudos nos iremos de él. Los bienes y el dinero son medios para hacer justicia, para crear fraternidad, equidad y comunión. Por eso que Jesús nos llama a ser astutos para hacer justicia al pobre, y con urgencia. Jesús no condena a nadie, mas bien enseña con su Palabra y con su misma vida, cómo derrotar la maldad, el pecado, la corrupción, la injusticia desde su raíz en el corazón y en la mente del ser humano, luchando contra el orgullo, el egoísmo, la violencia, la indiferencia, y teniendo actitudes de hermandad, de amor y de misericordia, de ternura, de justicia y de paz.

Hoy se hace más urgente que nunca el llamado de Cristo para que Chile sea un País grato y bello a los ojos de Dios y se refleje en la alegría y el corazón de cada uno de sus hijos e hijas que vivimos en esta tierra bendita. Llamado urgente porque aparecen crecientemente manifestaciones de malestar, gritos de los pobres y gritos de la hermana madre tierra, que, en palabras del papa Francisco, son un solo clamor.

Clamor por la llegada neocolonialista de las modernas “carabelas”. Las carabelas que llegaron hace poco más de 500 años a América Latina, hoy tienen nuevas y modernas expresiones y construcciones.

La carabela de un sistema económico de extrema riqueza que produce fábricas de pobreza. Un sistema que aprueba y potencia leyes que favorecen que en Chile hayan 1.700 personas que ganan más de MIL MILLONES de pesos al mes, condenando a tantos adultos mayores a miserables jubilaciones, luego de una vida entera de trabajo y sacrificios, haciendo que la vejez sea sinónimo de empobrecimiento.

Un sistema que condena a los niños y jóvenes de todos nuestros colegios, a los enfermos de nuestros hospitales, a comer atún y jurel en latas, provenientes de ríos contaminados de China, traídos de miles y miles de kilómetros con costosos y contaminantes transportes, cuando en Chile, y en especial en nuestra Patagonia, abundan nutritivos y frescos peces de tantas especies en nuestros mares y ríos. Privando además de un trabajo digno a tantos pescadores y sus familias.   O condenados a comer puré en escamas traído de Rusia, en lugar de valorar y dignificar nuestra tierra y el noble trabajo de nuestros campesinos, con la rica y sana variedad de papas de nuestra tierra.

Un sistema que condena a entregar las aguas, los glaciares, los mares, las fuentes energéticas, los bosques, los minerales, … a selectos grupos de poder económico.

Fábricas de pobreza legalizada, que produce una creciente y preocupante corrupción en los poderes del Estado, amenazando la gobernabilidad democrática, profundizando la inequidad social, quitándole dignidad, vida y futuro a los pobres, amenazando la paz social, acrecentando el cáncer de la desconfianza en personas, instituciones, autoridades y en el ejercicio del poder.

Un sistema que incluso podría ser profundizado y consagrado con la amenazante aprobación del aún casi secreto tratado de libre comercio multilateral, TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica).

Esta podría ser una SEGUNDA CARABELA, muy actual, en que podríamos ser saqueados, con Tratado legal, de los bienes y de la soberanía social, productiva y ética.

En palabras del papa Francisco, estamos urgidos en “poner la economía al servicio de los pobres. Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos ´NO´ a una economía de exclusión e inequidad, donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la madre tierra” (a los Movimientos Populares, 9 julio 2015, en Santa Cruz – Bolivia).

El mismo papa Francisco detecta “el hilo que une cada una de las EXCLUSIONES: un SISTEMA que se ha hecho global y que ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo” (idem).  Un sistema de esclavitud.

Lo que hacemos con nuestros bienes, demuestra a quien servimos, si al “dios dinero” o al Dios de Jesucristo, que se ha encarnado en el ser humano con su dignidad y divinidad. Hoy, habiendo más riqueza que nunca, hay también más desigualdad, más injusticia y más corrupción que nunca.

Sin embargo, sabiamente, “DEBEMOS PENSAR GLOBALMENTE, PERO ACTUAR LOCALMENTE” (biólogo René Dubos, 1972).

Por eso es de alabar que desde la Patagonia se den pasos significativos para buscar caminos que derroten la pobreza. Un ejemplo de ello es la instalación de la Farmacia Popular Patagona. Otro ejemplo es la valiente definición – compromiso de las Ilustres Municipalidades de Coyhaique y Chile Chico y la Escuela San José Obrero de Coyhaique, de DECLARAR ILEGAL LA POBREZA, no solo inmoral, sino ILEGAL. Primeros en Chile de estas instituciones.

Y ciertamente hay muchos ejemplos más, en que muchas personas y grupos de buena voluntad ponen al ser humano como prioridad, sirviendo a Dios y no al dinero, desde la ternura y el sacrificio de una mamá en su familia, desde la delicadeza y la paciencia de quien cuida a un enfermo, desde un servidor público honesto y responsable, desde una religiosa alegre y misericordiosa atendiendo a los niños o a los ancianos, desde el joven servicial y entusiasta en ser solidario, desde el profesor con vocación de humanizar educando, desde el artista creativo, … hasta los luchadores por los bienes comunes contra la propiedad privada desmedida e interesada, hasta los apasionados por reconstruir al ALMA auténtica del Chile justo, solidario y fraterno que hace de su tierra una MESA COMÚN PARA TODOS, sin excluir a nadie, sin condenar a nadie al empobrecimiento material y moral.

Damos gracias a Dios por los avances que día a día se van logrando en los campos del trabajo, de la educación, de la salud, de la vivienda, de la ciencia y de la tecnología, de la infraestructura, de la espiritualidad y de la fe, que nos hacen crecer como comunidad, en dignidad y fraternidad.

Y un último llamado es a no embarcarnos en la CARABELA DE LA VIOLENCIA Y DE LA ANARQUÍA. Nos va embruteciendo y deshumanizando tanta violencia verbal, física, psicológica, intrafamiliar, social, política, económica, cultural en muchos M.C.S., contra los niños, contra la mujer, contra los adultos mayores, contra los encarcelados, contra los jóvenes, contra los hermanos de los pueblos originarios, contra los migrantes, contra los que piensan o creen o viven distinto a cada uno de nosotros. En esto tenemos MUCHÍSIMO QUE CONVERTIRNOS, para no amenazar el valiosísimo don de la paz, y para no caer en el anarquismo que desprecia todo valor, toda realización, toda sana autoridad, toda libertad.

“A Dios rogando y con el mazo dando”. Enormes desafíos se plantean a NUESTRA ORACIÓN, para pedir a Dios que nos dé la sabiduría, el discernimiento, la voluntad y el profetismo de su Espíritu para construir la Patria bella, sana y santa que anhela su Voluntad y todo nuestro pueblo. Esto es muy posible. Lo demuestran P. Hurtado y tantos santos y héroes que nuestra Patria ha visto crecer, luchar y santificar.

Alabar a Dios en este Te Deum nos compromete a mayor responsabilidad, mayor participación, mayor diálogo, mayor austeridad y solidaridad, mayor ética y espiritualidad. Nos compromete a una revolución moral y cultural, nos diría el papa Francisco.

Que Dios en su Misericordia y ternura nos aliente, fortalezca y bendiga.

Que su Santa Madre, la Virgen María, nos proteja frente a todo peligro, para que en cada uno de nosotros triunfe siempre el amor y la paz.   A M E N .

+ Luis Infanti De la Mora, osm

Obispo Vicario Apostólico de Aysén

Coyhaique, 18 de septiembre de 2016

*Fuente: Reflexión y Liberación

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