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Sepulcros blanqueados

Sepulcros blanqueados
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La iglesia católica chilena, hoy dirigida por el reaccionario cardenal Ricardo Ezzati, está volviendo al viejo clericalismo del siglo XIX y parte del siglo XX al de conminar a los diputados y senadores católicos para que voten en contra del proyecto de despenalización del aborto por tres causales.
En el pasado existió un Partido Conservador cuya misión principal se centraba – a partir de la “cuestión del sacristán”, durante el gobierno de Manuel Montt – en la defensa de los intereses del arzobispo y del clero en general. Posteriormente, la Democracia Cristiana – en Chile y en otros países – se definió como un Partido de inspiración cristiana, pero no clerical, sin embargo, ese Partido aprovechaba el poder del clero para conseguir los votos del mundo católico.
Es muy difícil que el cardenal Ezzati entienda que Chile es un país laico, a partir dela Constitución de 1925 y que el Estado se encuentra separado de la Iglesia desde esa fecha, y por mucho que la jerarquía pretenda dar orden a los diputados católicos de votar contra proyectos que no le sean favorables, están condenados al fracaso. (Sería bueno recordar que una parte de la jerarquía impidió, durante años, que se aprobara el proyecto de divorcio vincular, protegiendo el falso testimonio para disolver ese vínculo).
Afortunadamente, el partido democratacristiano italiano – muy ligado a la mafia siciliana – se dividió hasta prácticamente desaparecer luego del juicio de “las manos limpias” y el fin del gobierno de Bettino Craxi. (Hoy sería patética la escena de la película “Don Camilo” cuando recomendaba votar por un demócrata y, además, cristiano).
El ministro Jorge Burgos está más nervioso y desubicado que nunca: quiere jugar el papel de primer ministro en una monarquía autoritaria, aprovechando la oportunidad de la ausencia de la Presidenta Bachelet actúa cual niño mañoso ante la golosina del poder, pero mandatado por el trío dinámico de los Walker.
Este ministro del Interior – no ha comprendido que apenas es un secretario de Estado según la Constitución, es decir, fiel servidor y perro guardián de la Presidenta – se da el lujo de emitir declaraciones personales en el sentido de que dudaría si votar a favor de la tercera causal de aborto – la violación -. Nadie le niega el derecho de tener opiniones personales sobre cualquier tema, así sea muy reaccionario, pero otra cosa es su calidad de secretario de Estado, cuya legitimidad sólo puede emanar de la voluntad de la Presidenta de la República. Si este país estuviera regido por el sistema parlamentario, el ministro tendría que responder ante la Asamblea Nacional. Nuestro sistema político es tan ridículo y anti democrático que ni el Presidente de la República, ni sus ministros, responden por sus actos. (Salvo  la acusación constitucional  imposible si el gobierno tiene mayoría parlamentaria. En el caso del Presidente son necesarios dos tercios).
Cuando los democratacristianos representaban la avanzada del catolicismo, no sólo mantuvieron la despenalización del aborto terapéutico, sino también promovieron  e incentivaron el uso de métodos contraceptivos, especialmente en el gobierno de Eduardo Frei Montalva. Hoy, la Democracia Cristiana en manos de “los príncipes” su papel se limita a dificultar un proyecto de despenalización del aborto, reducido sólo a tres causado, cuyo carácter es, evidentemente, moderado.
“Los sepulcros blanqueados” de hoy, que se llenan la boca en defensa de la vida del nonato, no tuvieron ningún asco en propiciar y aplaudir los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura de Pinochet, incluso, el reaccionario Jaime Guzmán – ideólogo de la UDI y de misa diaria – expresó que era partidario de la pena de  muerte y que el condenado tenía una oportunidad para arrepentirse y salvar su alma.

La hipocresía de estos personajes conservadores llega a tal extremo que los ciega para no entender que Chile es un país monstruosamente clasista y racista y que las mujeres pobres están condenadas a la cárcel por el solo hecho de pretender evitar un embarazo producto de la violación por parte, en muchos casos, de un familiar directo, mientras que las niñas hijas de acaudalados pueden recurrir al aborto en países donde está legalizado, y se lleva a cabo en hospitales públicos o en clínicas privadas.
El derecho a la vida en el caso del pobre y del rico es desigual. Sería bueno que estos “sepulcros blanqueados” aprovecharan la Semana Santa para reflexionar acerca de que los más pobres están condenados a una vida corta y miserable y, si tienen la mala suerte de caer en un tanatorio – los hospitales públicos – de seguro, la muerte les llegará más temprano que tarde.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
23/03/2016
 

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1 Comentario

  1. olga larrazabal

    Estos hipocritones que se declaran pro-vida, como si la vida del planeta dependiera de la decisión de abortar de una mujer desesperada, están en el poder gracias a que tienen de su parte a los militares. Y yo no he visto que se manifiesten contra la guerra, ni contra la contaminación por pesticidas cancerígenos o por desechos de la minería. Además en su vida privada, si su niñita de 13 años queda embarazada proceden al aborto.
    Pienso que todas esas declaraciones de principios de la derecha, solamente demuestra la falta de un relato coherente para mantener su unidad. Por el momento el único relato que los dinamiza, es obtener ganancias a corto plazo, y evitar en lo posible toda intervención moderadora del Estado, que le ponga coto a sus monopolios y al uso de información privilegiada en sus negocios o a la usura de sus empresas y bancos.
    Pero ese ideal es muy ramplón y si lo vocearan, no les votaría ni el gato. Entonces tienen que inventar algo heroico que les asegure que tienen Ética. Y con la Ética cuenten con el apoyo de la Iglesia Católica, transnacional que todavía maneja la imaginación de muchas personas y que también anda a la defensa de todo lo que pueda liberar a la mujer de la venganza divina que la condena a jorobarse en todas las contingencias de la vida humana. Ya que la mujer es el objeto oculto del deseo de esa organización monopólica de clérigos célibes y el flanco por donde se les puede ir la cohesión y el poder. Y si la mujer levanta cabeza y lucha por sus derechos, capaz que se les infiltre en el club de Toby de la administración de la palabra divina, y les liquide el negocio exigiéndoles coherencia con el discurso del fundador.
    Así ambos estamentos se sienten con una misión en el mundo, que de paso joroba a las mujeres , pero que los une y así autojustifican su existencia. Por supuesto que las mujeres que pagan el pato son las pobres que necesitan la medicina del Estado para un aborto.
    Las de familias pudientes resuelven el problema para callado privadamente.

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