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Venezuela y el valor de las palabras

Venezuela y el valor de las palabras
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El presidente Nicolás Maduro dijo el pasado 13 de octubre en su programa televisivo semanal “En contacto con Maduro” (que se transmite por el canal oficial los martes en la noche) que las fuerzas que apoyan la Revolución deben ganar “como sea” las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre.

El coro mediático mundial pretendió mostrar detrás de esas dos palabras una supuesta intención de trampear las elecciones, impedir un triunfo opositor y/o romper el orden constitucional venezolano.
La declaración, aviesamente descontextualizada, señalaba que ese triunfo debería garantizar que triunfe la paz, porque el futuro está en juego en tanto el sector más radical de la derecha venezolana está realizando actos de sabotaje al sistema eléctrico a través de la colocación de bombas en las torres de alta tensión y perpetrando crímenes -del tipo de los que ejecutan grupos paramilitares- en las grandes ciudades de Venezuela.
El Presidente venezolano denunció también que la oposición se ha negado reiteradamente a firmar el acuerdo propuesto por el Consejo Nacional Electoral (CNE) a todos los grupos participantes del proceso electoral de que se respetarán los resultados emanados del organismo comicial y que en caso de reclamos se procesarán los mismos por las vías establecidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica de Procesos Electorales.
Al mismo tiempo destacó que el Gobierno Bolivariano y las fuerzas que componen el Gran Polo Patriótico (GPP) reconocerán inmediatamente los resultados que difunda el CNE “gane quien gane”.
¿Cuál es el sentido de ese “como sea”, entonces? Pues que a pesar de las adversidades que genera la guerra económica desplegada por la burguesía parasitaria de la renta petrolera, a pesar de los reiterados intentos de desestabilización, a pesar del sabotaje, a pesar de los asesinatos del paramilitarismo, a pesar de que la oposición se niegue a reconocer los resultados del 6-D, las fuerzas revolucionarias deben dar su máximo esfuerzo para lograr el triunfo en la justa electoral. Ganar “como sea”, “a como dé lugar”, “pese a todo”, o un sinfín de lemas castellanos que quieren decir lo mismo.
La repercusión mediática del “como sea” (que ahora los chavistas han adoptado como parte de su comunicación, por ejemplo: “Con Maduro, como sea”) solamente revela una vez más que el concierto de los grandes medios internacionales tiene una clara política de enfrentamiento al Gobierno Bolivariano igual que la que han tenido en los últimos 16 años.
Gobernar en la calle y con el pueblo
En una entrevista realizada al presidente Maduro por el periodista José Israel González para un canal local de la ciudad de Barquisimeto, capital del central estado Lara,  (la puede ver completa en https://www.youtube.com/watch?v=wYatTMs-MRw, a partir del minuto 22:40 es cuando se tratan los temas electorales) el mandatario venezolano manifestó nuevamente su absoluta disposición a respetar los resultados que anuncie el CNE sean cuales sean estos.
“Yo reconoceré y nosotros reconoceremos todos los boletines que emita el CNE como palabra sagrada”, dijo el Presidente, para luego anunciar que convocará el 7 de diciembre un diálogo nacional en el Palacio de Miraflores con todos los diputados electos, sean estos independientes, opositores u oficialistas, para tratar los grandes objetivos de desarrollo del país para los años 2016, 2017 y 2018.
Maduro interrogó además a las fuerzas de oposición por qué reconocen los resultados electorales solamente cuando los favorecen y no cuando les son adversos.
El periodista interrogó a su vez sobre cuál sería la actitud del Gobierno en caso de que la oposición obtenga la mayoría de la Asamblea Nacional en las elecciones parlamentarias, a lo cual el presidente Nicolás Maduro señaló que “con la Constitución en la mano” gobernaría “siempre con el pueblo y en unión cívico militar”.
“No entregaríamos la Revolución y  (…) pasaría a una nueva etapa. (…) La Revolución no va a ser entregada jamás. Escuchen: con la Constitución en la mano y chavismo adelante, la independencia de Venezuela cueste lo que cueste, como sea”.
¿Cuáles son las novedades en este planteo que tanto ha escandalizado a los medios? Porque los gobiernos que no tienen mayoría parlamentaria son bastante habituales, basta mirar para los costados.
Tanto el gobierno de Mauricio Macri recientemente electo en Argentina, como el gobierno de la presidenta Dilma Roussef en Brasil no cuentan con mayoría parlamentaria. Así mismo, el gobierno de Estados Unidos que preside Barack Obama tampoco cuenta con mayoría parlamentaria. ¿Entonces?
La novedad está en que el presidente Maduro no anunció que en tal caso se apuntaría a un acuerdo de élites políticas que garantizaran gobernabilidad, sino que se gobernaría con el pueblo y en la calle, utilizando la movilización permanente para impulsar las normas requeridas e impedir retrocesos en la Revolución Bolivarian, asi como los mecanismos de democracia directa que incorporó la Constitución aprobada en 1999 y las garantías que permitan defender los derechos adquiridos a lo largo de estos años.
En definitiva, que no se entregará la Revolución, cosa que por otro lado es el deber de todo revolucionario en todas las revoluciones, sea ésta cual sea (desde la Francesa hasta la Bolivariana, pasando por la que usted elija).
Una historia de orgullo
No me estoy haciendo el loco, yo se que a usted le “rechina” lo de la unidad cívico-militar. Y es comprensible. En buena parte del continente americano los militares fueron instrumento del horror fascista que asoló a nuestros países buscando detener el avance de las fuerzas progresistas y son, por tanto, asociados en buena parte de los países latinoamericanos al golpe de Estado, al quiebre de las instituciones y a la pérdida de la democracia y las libertades.
Esto no es así en todos lados. El Ejército Rojo que liberó Europa del nazismo y el fascismo llenó de orgullo al pueblo soviético y aún hoy muchas y muchos ex combatientes lucen sus medallas ganadas con temple, sangre, sudor y lágrimas y con el enorme sacrificio de millones de personas.
El Pequeño Ejército Loco de Sandino en Nicaragua, cuya tradición fue retomada años después por el comandante Carlos Fonseca y el coronel Santos López y que dio pié posteriormente al Ejército Popular Sandinista, liberó al pueblo nicaragüense del terrible yugo de la Guardia Nacional somocista y se convirtió en la columna que vertebró al nuevo Estado surgido a partir de 1979.
Del mismo modo, Fidel y sus barbudos conformaron unas Fuerzas Armadas Revolucionarias que han resistido -junto a todo el pueblo cubano- el asedio, las provocaciones y agresiones de la mayor potencia bélica del mundo durante casi 60 años y que además han brindado solidaridad antiimperialista en cada rincón del mundo que lo ha requerido.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana recoge el espíritu del Ejército Libertador -el primero de América Latina-, que bajo el comando de Simón Bolívar expulsó al Reino de España del continente, liberando el territorio de los actuales Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela.
Un ejército cuyos mandos tienen un origen fundamentalmente popular, del que salieron múltiples líderes revolucionarios a lo largo de su historia, que se levantaron ante distintos gobiernos autoritarios, el máximo de los cuales ha sido el Comandante Eterno Hugo Chávez.
Un ejército que desde el mismo inicio de la Revolución Bolivariana fue parte de todos los planes de alfabetización, vacunación, distribución de alimentos, protección civil y administración de desastres, construcción vial, transporte de pacientes, insumos médicos y personal de salud, que participa de los organismos de autogobierno comunal y del  sistema de formación universitaria, entre otras muchas actividades que lo hacen muy cercano al pueblo.
Un ejército al que cuando se le ordenó reprimir al pueblo hambriento en 1989 tomó mayoritariamente consciencia de que su destino sólo podía estar junto a ese mismo pueblo que en la calle exigía justicia y libertad.
Un ejército que resistió el intento de buena parte de sus oficiales superiores (en conjunto con la derecha fascista) por destruir en abril de 2002 la Revolución Bolivariana y asesinar al Presidente legítima y democráticamente electo por las venezolanas y venezolanos.
Por tanto, hablar de unidad cívico-militar es hablar de lo mejor de Venezuela y su historia. Del pueblo en armas defendiendo la independencia, la democracia y las libertades. Es un poco también hablar de Chávez, fiel ejemplo del militar bolivariano.
¿A quién le sirve la violencia?
En las últimas horas, el secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, denunció a través de las redes sociales el asesinato de Luis Manuel Díaz, dirigente de esa colectividad en la localidad de Altagracia de Orituco, estado Guárico.
Ramos Allup acusó de inmediato a militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aún cuando las versiones del hecho son todavía confusas e incluso contradictorias.
La violencia en pleno proceso electoral sólo sirve a quienes buscan minar las instituciones y desconocer la democracia como la forma elegida por el pueblo para la armónica convivencia.
Es imprescindible una exhaustiva investigación que permita identificar a los responsables materiales e intelectuales de este crimen, así como un juicio que garantice una severa condena para estos, sean quienes sean.
*Fuente: Caja de Respuestas
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