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Los ABC1

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En días pasados Hermógenes Pérez de Arce celebraba en una columna en un diario digital, que la buena conducta observada por el público chileno en Copa América se debía al alto costo de las entradas que solamente pudieron ser compradas por los ABC1 y no por los C2, C3 y otros de menor pelaje, que según él, son los que van a los estadios y causan toda suerte de tropelías.

Pérez Arce ha ido deviniendo de un político de la extrema derecha a un personaje grotesco, que en la medida que busca tribuna, sus comentarios son cada vez más irreverentes e irracionales, pero también menos influyentes, comparativamente, a la época que era uno de los editorialistas y columnista preferente en El Mercurio.
Hoy, en la vejez, y donde solamente es requerido en programas semifaranduleros de la televisión, que necesitan mostrar personajes excéntricos y payasescos, que en su caso todavía niega que en Chile hubo violaciones a los DD.HH. en la dictadura y que Pinochet se merece el Premio Nobel de la Paz, Hermógenes debe estar refocilándose con lo sucedido con Arturo Vidal.
Mal que mal, de alguna manera lo sucedido con el jugador de la Selección Nacional y que juega en Italia, vendría a confirmar sus percepciones clasistas y discriminatorias, de que la “cuna” hace al hombre. ¿Pero es tan así?
Sabido es que Arturo Vidal proviene de una muy baja condición social y económica y que contra todo pronóstico logró gracias a sus méritos y su madre, llegar a las alturas en que se encuentra y volar tan alto como el Ferrari de $160 millones que destrozó, pero que no logra encontrar el equilibrio entre sus responsabilidades como futbolista profesional y el legítimo derecho a la distracción.
La vida de jugadores como Arturo Vidal y la gran mayoría de los futbolistas que constituyen una élite, los ha llevado a vivir en un mundo irreal. La fama y la fortuna a muy temprana edad y la idolatría que provocan los hace sentirse por encima de todo y de todos. Tanto como los empresarios de esos colegios privados– y que son ABC1 –a los que Hermógenesconsidera un dechado de virtudes y que, sin embargo, cometen tropelías peores que chocar un auto comprado a punta de correr 90 minutos, y que por varios miles de millones, han estafado reiteradamente al fisco.
¿Qué es peor, una noche de juerga a costo personal o coludirse en los precios para esquilmar aún más los bolsillos de millones de enfermos por el oligopolio farmacéutico que en cualquier país “ABC1” habría sido disuelto?¿En qué categoría social situamos a los productores de pollos que delinquieron concertando precios y producción para encarecer el valor del producto que mayoritariamente compran los C2 y C3?
¿Forwards truchos, caso Cascadas, uso de información privilegiada, cohecho, boletas y facturas ideológicamente falsas, no son pero es que haber nacido en una humilde población en San Joaquín?

El desfile de ABC1 en los tribunales ha dado mucho que hablar el último tiempo y si las fiscalías no son amedrentadas, esta procesión debiera continuar. Los numerosos delitos que han ido aflorando, a diferencia de lo sucedido con Arturo Vidal, no tienen un pitazo final, y muestran que la mayor crisis política que se vive el país, continuará a no mediar un real cambio institucional, que sólo lo puede dar una asamblea constituyente.
El autor, Cristian Bustos, es periodista
@bustoc

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