Lunes, 16/02/2015
El pasado 12 de febrero se cumplió un año de la aventura de Leopoldo López, María Machado y Antonio Ledezma, cuando pusieron en marcha una ola de violencia en puntos estratégicos del país. El saldo fue la pérdida de vida de 43 venezolanos a manos de los guarimberos y algunos delincuentes contratados para crear el terror en esos lugares. El gobierno de Nicolás Maduro enfrentaba su primera prueba dura como gobernante. Y lentamente, con pulso firme, con una arenga de aprendiz sobresaliente, fue convenciendo a sirios y a troyanos. La responsabilidad que pesaba y pesa aún sobre su espalda lo fortaleció. Le torció el brazo a la derecha radical: unos presos, otros por ser encerrados y los demás guarimberos en estampidas, ya que los dólares que financiaban sus aventuras criminales y apátridas, se agotaron. La fuente se secó. Mientras que a Nicolás Maduro, Presidente constitucionalmente legítimo de Venezuela, le llovió el agua bendita para permitir que su embarcación se enfile hacia puerto seguro.
1. La derecha radical aislada
Mala señal para el imperio. El señor Obama se va a quedar con las ganas de torcerle el brazo a Maduro y al proceso revolucionario. Sus lacayos criollos se han desinflado. No les queda fuelle ni para respirar. Unos están presos. Otros esperan por los hierros. Algunos han cogido el camino de Villa Diego (entiéndase el camino hacia la cueva de la gusanera). Se rayó Leopoldo. Se rayó María Machado. Se rayó el dinosaurio Ledezma. Y no pueden levantar cabeza ni siquiera porque tienen de aliado a los bajos precios del petróleo y a la guerra económica interna, auspiciada por el imperio en concordancia con los empresarios vende patria. Esa «mala leche» arrechó al imperio que considera a éstos apátridas como ovejitas indefensas.
La derecha radical está en terapia intensiva. Y los especialistas creen que terminarán en el olvido, a pesar del apoyo recibido del imperio y de los europeos. Ahora piensan hacer una película de la vida de Leopoldo López, con el fin de divulgarla en todo el mundo. Estas mentes torcidas quieren hacer del habitante de Ramo Verde un Mandela. Que mentes tan locas. Están desesperados. Y este señor López puso la torta cuando se entregó como un corderito a las autoridades. ¡Esa sí fue la cómica! ¿Pueden hacer un Mandela de este señor cobarde hasta los tuétanos.
2. La oposición perdió la calle
No sólo perdió la calle la derecha radical, sino la MUD también. En ese cascarón vacío, donde todavía se refugian los partidos que se han dejado bozalear por los radicales, y mantienen sus bocas cerradas ante los hechos contradictorios de esta dirigencia que lidera Leopoldo López. El llamado Chuo no habla sino pistolas. No puede ni siquiera calzar los zapatos que dejo Ramón Guillermo Aveledo. Esa carta que sacaron de la manga los adecos, no sirve, está marcada y se nota desde lejos. Por eso les salió el tiro por la culata: ahora están más divididos que nunca.
El poder de convocatoria del Chuo no apareció por ninguna parte. Afirmó, en el primer día de su «coronación» que a partir de ese día comenzarían una cruzada de 50 mil concentraciones a nivel nacional. Por favor, señor Chuo, ¿qué le pasó? ¿Dónde están esas 50 mil concentraciones de calles? Usted se unió, por obra y gracia de AD, a la comparsa de mentirosos reunidos en la famosa «Mesa de la Unidad», hoy convertida en mesa de desunión.
3. La guerra económica se debilita
En otros artículos publicados en Aporrea afirme que Venezuela no era Chile. Al pueblo venezolano ni a su gobierno lo han hecho chillar, como le hicieron a Salvador Allende. Aquí el imperio se estrelló contra un muro conformado por un pueblo consciente, por un partido como el PSUV y con una Fuerza Armada Bolivariana unida, como un solo hombre, con su pueblo. Ese binomio es invencible. La receta aplicada en Chile, como lo fue la guerra económica, no ha funcionado en Venezuela. Como no funcionará cualquiera otra receta. Para muestra basta un botón: Fedecámaras está entrando en razón. Su presidente, Jorge Roig, ya está cogiendo mínimo, dado que no les ha dado resultado la guerra económica emprendida con el objetivo de lograr la «salida».
Los productos de primera necesidad, comenzarán a aparecer en los anaqueles, y con ello, será visible, el debilitamiento total del empresariado golpista. Después de esta guerra ¿qué otra cosa vendrá? Al señor Obama no le quedará otra alternativa que sentarse de tu a tú con el gobierno revolucionario que lidera Nicolás Maduro. Con respeto y con la certeza de que a pesar de su poderío no podrán con el pueblo de Bolívar y Chávez.
4. ¿Maduro se está cayendo solo?
El hijo de Chávez. El chofer de autobús. El «bruto analfabeta», como lo llaman los escuálidos, está en su mejor momento, después de ganar las elecciones presidenciales, en el 2013. Le ha torcido el brazo a los violetos de Leopoldo López. Le ha demostrado a los partidos de la MUD, quién es quién. El ex canciller de Chávez aprendió demasiado rápido. Tal vez, las circunstancias le pusieron en bandeja de plata un escenario no sólo para que aprendiera a gobernar, sino para que se creciera, como Jefe de Estado, y como responsable de salvaguardar el legado del Gigante Hugo Chávez.
Nicolás Maduro, se ha hecho líder al enfrentar una crisis con todas sus fuerzas y sus deseos de vencer. Pensó el imperio y sus lacayos, que Maduro seria «pan comido», pero les salió el tiro por la culata. Ahora Maduro tiene el control. Puede cambiar de canal cuando le venga en gana. Está crecido. ¿Gracias a quién? Gracias al imperio en su afán de derrotar la revolución y ponerle la mano a nuestras riquezas. Gracias a la torpeza de una oposición ciega, testadura, incapaz y apátrida. El peligro no ha pasado, ya que unos locos en actitud desesperada pueden intentar cualquiera locura, como la que pretendían este 12 de febrero, donde el gobierno les pico adelante y abortó lo que ha podido ser un baño de sangre de gente inocente, como producto de la compra de conciencia a un grupito de militares traidores. En fin, acuéstense a dormir con el cuento de que Maduro se está cayendo solo. Los tiene mordiendo el polvo, y tan sólo pueden balbucear esa frase que ni sus hijos se los creen. ¡Volveré!
– El autor, Teófilo Santaella es periodista venezolano, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la isla del Burro, en la década de los 60.
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