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Encuestas CEP y Adimark: no se pueden hacer las reformas con prescindencia del pueblo

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El drama de la Presidenta Bachelet y la Nueva Mayoría es que proceden en política tal como lo hacían los déspotas ilustrados: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, pues al fin y al cabo, tal actuación puede conducir, solamente, a la tecnocracia y, aún peor, al aislamiento. Es esta situación la que revela, en toda su crudeza, las dos encuestas aludidas.

Es muy pretencioso creer que la mayoría obtenida por la Presidenta Bachelet en las últimas elecciones presidenciales se iba a mantener en el tiempo: sabemos que la historia transcurre cada día más rápido – procesos que antes duraban siglos, hoy ocurren apenas en días o meses -. Me molesta mucho la expresión “capital personal”, atribuido a la mandataria, pues encierra una connotación neoliberal, por lo demás, un ciudadano puede pasar del amor al rechazo en poco tiempo. Es muy prepotente el creer que se ha clavado la rueda de la historia, error tan obvio que, a mi modo de ver, está cometiendo la Nueva Mayoría, debido a la soberbia, que siempre es fatal en política.

Todos los temas tratados en las dos encuestas están relacionados con la cotidianidad de las personas; ahora veamos los tres principales: 1) Educación, que de 43% de importancia para la ciudadanía, en el mes de julio, sube a 50% en noviembre; 2) Delincuencia, asaltos y robos, de 43%, sube al 48%; Salud 45 en julio 51 % baja 6%. Durante estos días fueron humillados y torturados dos delincuentes comunes, en la vía pública, a causa de las neurosis e ira de la gente; aunque este acto es muy condenable desde el punto de vista del respeto a los derechos humanos, retratan, a la perfección, una situación cotidiana; en salud, se dio el cierre en UCI pediátrica del hospital Alberto Hurtado, por escasez de especialistas, dejando a muchos niños en peligro vital – no me explico por qué bajó en seis puntos porcentuales la preocupación por este problema -; en educación, las capas medias, como lo prueban la encuestas, siguen aterradas con los cambios, y como lo dice el análisis de CIPER Chile, sienten temor ante la situación de vulnerabilidad a la cual las expone el cambio de sistema escolar.

A estos tres principales problemas hay que agregar un pesimismo respecto de la situación económica de los últimos meses: el 32% la califica de mala o muy mala, en julio era 24%; en el caso de las perspectivas, el 19% dice que empeorará; en julio 11 %. Hay que agregar, además, un bajo crecimiento y una alta inflación – enfermedad que los economistas denominan estagna-inflación -. La macroeconomía, magnificada por los medios de comunicación de la derecha, sería menos grave si la inflación no estuviera golpeando la vida diaria de la gente, sobre todo en los precios de los alimentos básicos y sueldos, que aún se mantienen en la miseria, haciendo intolerable y desesperante el quehacer cotidiano.

Nunca antes, desde su inauguración, se habían producido tantos y repetidos desastres en las líneas del Metro, que al panorama anterior se agrega la molestia y la indignación justa de los ciudadanos, que emplean más de cuatro horas de sus vidas en transportarse como “bestias dirigidas al matadero”,, con el agravante de que si se es mujer, corre el riesgo de ser estrujada cual esponja, además de llegar retrasados a un trabajo, muchas veces mal remunerado y, como si fuera, poco, reconvenido por el jefe. Este desastre en el transporte, ahora se agrava con verdaderos cataclismos diarios – para los chilenos, el “Armagedón” es algo cotidiano – y con razón, el 77% desaprueba el transporte público, digna de un Macondo.

Ante todos estos problemas, tenemos un gobierno que posee un diagnóstico acertado, incluso, tiene la voluntad de cumplir con el programa de gobierno – una rara avis en Chile -, sin embargo, a la hora de proponer los proyectos de ley sobre las distintas reformas, no sólo las comunica mal, sino también y lo que es más grave, no sabe movilizar la fuerza propia y, en consecuencia, se enajena de sus aliados naturales. Es muy penoso constatar cómo el gobierno le regaló la calle a la derecha, que logró inventar el mito de las capas medias, pero que, afortunadamente, no ha redundado en su propio provecho. Como lo decíamos en el artículo anterior, este escenario sólo ha sido propicio para la radicalización de las crisis de representación, legitimidad y eficacia.

05/12/2014

 

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