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¿Por qué el mundo está ignorando la Revolución kurda en Siria?

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En medio de la zona de guerra siria un experimento democrático está siendo aplastado por el Estado Islámico. Que el mundo entero no sea consciente de ello es un escándalo.

[N.d.T: estáis ante una traducción un poco macarrónica de dos personas que consideran importante leer este artículo. Si queréis hacer correcciones a la traducción podéis dirigiros a este mail: bandit.moor@gmail.com. La versión original del texto está en este link:http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/oct/08/why-world-ignoring-revolutionary-kurds-syria-isis]

En 1937, mi padre fue a luchar como voluntario a las Brigadas Internacionales en defensa de la Revolución española. Un inminente golpe fascista había sido temporalmente detenido por una revuelta obrera, encabezada por anarquistas y socialistas, y en la mayoría de España tuvo lugar una genuina revolución social, llevando a ciudades enteras directamente a la gestión democrática, las industrias bajo control obrero, y el empoderamiento radical de las mujeres.

Los revolucionarios españoles esperaban crear una visión de una sociedad libre que el mundo entero pudiese seguir. No obstante, los poderes mundiales declararon una política de “no intervención” y mantuvieron un rigoroso bloqueo sobre la república, incluso después de que Hitler y Mussolini, signatarios ostentibles (?), comenzaran a suministrar tropas y armas para reforzar el lado fascista. El resultado fue años de guerra civil que acabaron con la supresión de la revolución y con una de las más sangrantes masacres de un siglo sangrante.

Nunca hubiese pensado que yo vería, durante mi vida, la misma situación repetirse. Obviamente, ningún acontecimiento histórico pasa realmente dos veces. Hay mil diferencias entre lo que pasó en España en 1936, y lo que está pasando en Rojava, las tres provincias principalmente kurdas del norte de Siria, hoy. Pero algunas de las similitudes son tan impactantes, y tan angustiosas, que siento que me incumben, en tanto que fui alguien que creció en una familia cuyas políticas eran, de diversas maneras, definidas por la revolución española como para decir: no podemos dejar que acabe de la misma forma otra vez.

La región autónoma de Rojava, como existe hoy en día, es una de las pocas chispas de luz -aunque una muy brillante- en emerger de la tragedia de la revolución siria. Habiendo expulsado a los agentes del régimen de Assad en 2011, y a pesar de la hostilidad de la mayor parte de sus vecinos, Rojana no solo ha mantenido su independencia, sino que es un experimento democrático remarcable. Las asambleas populares han sido creadas como órganos de toma de decisión finales, los consejeros han estado seleccionados con un cuidadoso equilibrio étnico (en cada municipio, por ejemplo, los tres principales consejeros han de incluir un kurdo, un árabe y un sirio o cristiano armenio, y al menos uno de ellos ha de ser una mujer), hay consejos de jóvenes y de mujeres y, como un eco remarcable de las armadas Mujeres Libres, la milicia “YJA Star” (la “Unión de las mujeres libres”, la estrella aquí se refiere a la antigua diosa mesopotamia Ishtar), que ha llevado a cabo una enorme proporción de las operaciones de combate contra las fuerzas del Estado Islámico.

¿Cómo puede algo así suceder y ser prácticamente ignorado por la comunidad internacional y, aún más, de forma extendida, por la izquierda internacional? Sobre todo, parece ser, porque el partido revolucionario de Rojava, el PYD, trabaja en alianza con el Partido de los Trabajadores Kurdos turco (PKK), un movimiento de guerrilla marxista que desde 1970 ha estado comprometido en una larga guerra contra el Estado turco. El OTAN, los EEUU y la UE los clasifican oficialmente como organización “terrorista”. De mientras, los de la izquierda los tachan a menudo de estalinistas.

Pero, de hecho, el PKK mismo ha dejado de ser nada que se parezca ni un poco al antiguo partido leninista de arriba a abajo que una vez fue. Su evolución interna, y la conversión intelectual de su fundador, Abdullah Ocalan, encarcelado en una isla turca desde 1999, le ha llevado a cambiar por completo sus objetivos y tácticas.

El PKK ha declarado que ya no busca crear un Estado kurdo. En lugar de esto, inspirado en parte por la visión del ecologista social y anarquista Murray Bookchin, ha adoptado la visión del “municipalismo libertario”, llamando a los kurdos a crear comunidades libres y autogobernadas, basadas en los principios de la democracia directa, que irían juntas más allá de las fronteras nacionales – que con el tiempo se espera que pierdan su significado. En este sentido, propusieron, la lucha kurda podria convertirse en un modelo por un movimiento mundial hacia una democracia genuina, economía cooperativa, y la disolución gradual del burocrático estado-nación.

Desde el 2005 el PKK, inspirado en la estrategia de los rebeldes zapatistas en Chiapas, declaró el alto al fuego unilateral con el Estado turco y comenzó a concentrar sus esfuerzos en desarrollar estructuras democráticas en los territorios que ya controlaban. Algunos han cuestionado cuan serio es realmente todo esto. Claramente, aun permanecen elementos autoritarios. Pero lo que ha pasado en Rojava, donde la revolución siria dio a los radicales kurdos la oportunidad de llevar a cabo estos experimentos en un territorio vasto y contiguo, sugiere que se trata de cualquier cosa menos un escaparate. Se han formado consejos, asambleas y milicias populares, el régimen de la propiedad se ha convertido en cooperativas gestionadas por los trabajadores, y todo esto a pesar de los ataques continuos por las fuerzas de extrema derecha de ISIS. Los resultados conyugan con cualquier definición de revolución social. En el Oriente Medio, como mínimo, estos esfuerzos han sido notados: particularmente despues de que el PKK y las fuerzas de Rojava intervinieran abriéndose camino con éxito a través del territorio del Estado Islámico en Irak para rescatar a miles de refugiados Yezidi atrapados en el Monte Sinjar, después de que los Peshmerga locales dieran el primer paso. Estas acciones fueron ampliamente celebradas en la región, pero “curiosamente” no generaron ninguna noticia en la prensa europea y norteamericana.

Ahora, ISIS ha vuelto, con decenas de tanques hechos en los EEUU y artillería pesada tomada de las fuerzas iraquianas, para vengarse contra muchas de aquellas mismas milicias revolucionarias a Kobane, declarando su intención de masacrar y esclavizar -si, literalmente, esclavizar, la población entera. De mientras, el ejército turco se mantiene en la frontera evitando que los refuerzos o la munición pueda llegar a los defensores, y los aviones de los EEUU pasan zumbando por arriba provocando ataques punzantes, simbólicos y ocasionales -por lo que parece, solo para poder decir que intentaron de alguna forma apoyar a los defensores de uno de los grandes experimentos democráticos del mundo. [N.d.T: esta última frase nos ha costado bastante traducir. Podéis ver la original en la versión en inglés.]

Si hay un paralelismo hoy con los asesinos falangistas, devotos superficiales de Franco, ¿cuál podría ser sino el Estado Islámico? Si hay un paralelismo con las Mujeres Libres de España, ¿cuál podría ser sino las valientes mujeres defendiendo las barricadas en Kobane? ¿Será el mundo -y esta vez aún más escandalosamente, la izquierda internacional- realmente cómplice de dejar que la historia se vuelva a repetir?

*Fuente: KaosEnLaRed

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