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Un homenaje pendiente: Mujeres y Familiares de detenidos desaparecidos

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Escribir sobre un hecho tan relevante para Chile, como lo fue el golpe cívico militar que dio inicio de la refundación del país, por medio de la fuerza no es fácil, porque fuimos actores de ese proceso. Testigos y víctimas de una represión despiadada, planificada, dirigida por el Estado para eliminar todo tipo de oposición que se interpusiera a ese objetivo fundacional.

Pasados cuarenta y un años del 11 de Septiembre de 1973, es necesaria una reflexión que junto con reconocer los avances materiales que ha tenido el país en la época post dictatorial. Una introspección que nos detenga en el principal impacto que este sistema, nacido a la fuerza e impuesto, ha generado y en el derecho a no olvidar.

De esta manera lo que hacemos es rendir un homenaje a las mujeres y a los familiares de nuestros compañeros asesinados y desaparecidos, cientos de mujeres que día a día y por muchos años esperaron largamente el retorno de un hijo (a), de un esposo (a) desaparecido (a). Golpeando valientemente puertas que nunca se abrieron durante la dictadura o recibiendo palabras y promesas, durante los años de gobiernos democráticos post dictatoriales, mensajes que difícilmente podrían calmar el dolor por la perdida de un ser querido y en esas circunstancias.

En virtud de reconocer el tremendo aporte que han hecho a la memoria histórica, recordamos los momentos mas difíciles que pasamos y superamos muchos de nosotros, cuando nos tuvieron aislados y prácticamente desaparecidos, recibiendo torturas a cada momento por semanas o meses. En esos momentos la búsqueda que realizaba una madre, una esposa, una hermana quienes no cesaban su empeño hasta encontrar con vida a sus seres queridos, representaba un verdadero seguro de vida que salvó la vida de miles de nosotros.

En caso contrario cuando ese peregrinar, la mayoría de las veces sin los recursos para ello, no tenia el final esperado, porque se veían enfrentadas a la prepotencia de quienes hoy se escudan cobardemente en la obediencia debida. Los tenientes Cheyre, capitanes Echeverría, Coroneles Mathei, de la época, quienes eran los jefes de los campos de concentración, de los centros de torturas, o quienes se encargaban de perseguir a las personas, actuando como los dueños de las vidas de seres humanos, decidiendo quien vivía o quien debía morir.

Por eso ellas son verdaderas heroínas, hasta el día de hoy agrupadas en asociaciones que continúan reclamando por sus familiares desaparecidos. Todas merecen en esta nueva conmemoración del 11 de septiembre que se avecina, ser recordadas, para apoyarlas con un compromiso serio, con una voz nacional que se escuche para pedir a este gobierno, cuya presidenta fue también victima de la represión y del asesinato de su padre, nuestro general y compañero Alberto Bachelet, que asuma la responsabilidad desde el gobierno y del Estado para saldar una deuda moral que a final de cuentas es con el país.

El derecho a la verdad y a la justicia van de la mano para construir un país inclusivo, mas igualitario, para cambiar una sociedad por esencia individualista. Una sociedad en la que los derechos humanos no tienen otra consideración mas que como una estrategia discursiva, como un derecho subjetivo, que no se traduce en normas ni obligaciones ciudadanas.

Por el contrario, injustamente, el derecho objetivo ha dictado normas como la ley de amnistía y ha permitido que se mantenga el pacto de silencio, alardeado por los oficiales superiores y subalternos algunos de ellos que nunca fueron juzgados. Civiles y militares que son cómplices de los crímenes mas barbaros que en este país se cometieron en toda su historia, crímenes de lesa humanidad que se han ocultado, negando la información de la represión que ellos llevaron a cabo.

Es tiempo que se vaya mas allá de las promesas, que el gobierno actual en el marco de sus competencias, le facilite a los familiares de las víctimas que así lo soliciten las actividades de indagación, localización e identificación de las personas desaparecidas violentamente durante la represión política y cuyo paradero aun se ignora. Todos valoramos que desde el retorno de la democracia, se han dado pasos importantes pero insuficientes y siempre amarrados, para averiguar la verdad, impartir justicia, asegurando la reparación y la memoria frente a las desapariciones durante la dictadura cívico militar.

Todos los chilenos sabemos que por una orden de Pinochet impartida a todas las unidades del ejercito, se dinamitaron muchos de los cuerpos sin vida de prisioneros (as) políticos (as) desaparecidos (as), condenándoles a que nunca se les ubicara y recordara. Tal cual lo hacían en el imperio romano, se condenó el recuerdo de quienes ellos consideraron el enemigo del Estado tras su muerte.

Eso es lo que hicieron y que hasta hoy pretenden que se siga haciendo quienes se declaran de manera abierta u oculta seguidores del “dictador y de su obra”. Defendiendo una institucionalidad dictatorial que es contraria, en su esencia, al Estado de derecho, a las elecciones libres, a la libertad de opinión y participación política, los que determinan la democracia moderna.

Nunca debemos olvidar que el movimiento de mujeres y de familiares de los chilenos (as) asesinados (as) y desaparecidos (as), son las actores principales de un proceso largo por la búsqueda incesante de la verdad y de la justicia, las mismas que a mediados de 1984 se movilizaron, en plena dictadura, denunciando estos crímenes de lesa humanidad. Quienes vivimos esa época luchando en contra del terrorismo de estado, sabemos que de ellas surgió el embrión de las posteriores protestas sociales que, junto a otras formas de lucha, lograron la salida de Pinochet y su sequito.

Cuanto han bregado estas mujeres valientes para mantener vigente su reclamo, luchando en contra de intereses trasversales que de manera inmisericorde pasan a segundo plano el valor de la verdad y del respeto a los derechos humanos, construyendo monumentos a la reconciliación sin base social alguna, tan débiles como lo son sus héroes con pies de barro. En este nuevo recordatorio del golpe cívico militar de 1973 tenemos que poner en primer plano el valor histórico de lograr la verdad y la justicia pendientes, nada mas alejado de la venganza sino porque es parte y es la base de la memoria histórica, una fortaleza que impide las tergiversaciones que intentan hacer la interpretación oficial de la historia.

«¡¡Ni perdón ni olvido, justicia!!» una consigna que ha recorrido el mundo entero y que sintetiza el compromiso de no olvidar nunca a los compañeros que cayeron en las manos del terrorismo de estado, luchando por un país distinto, inclusivo y mas igualitario. Reclamamos la memoria histórica porque es valiosa para el conocimiento colectivo del pasado común y que éste sea un acervo públicamente accesible y ampliamente compartido por la población.

En esa memoria esta el esfuerzo y el sacrificio de los chilenos y chilenas que resistieron a la dictadura desde sus inicios, en condiciones totalmente arriesgadas, propias de un país y territorio ocupado militarmente y diezmado por la represión política. Jóvenes que pusieron en riesgo sus vidas por el amor a su pueblo, con un resultado mortal para muchos de ellos.

La democracia que vivimos hoy costo mucho y también sangre de patriotas, muchas lagrimas y sufrimientos de las madres, las esposas, las hijas de los héroes conocidos o ignorados que ofrendaron sus generosas vidas en aras de nuestra libertad. Un reconocimiento a la mujer combatiente, las que se arriesgaron a innumerables violencias, luchando en contra de la tiranía.

  • Que las FFAA entreguen la información que permita, a los familiares de detenidos desaparecidos, conocer el paradero de los restos de sus seres queridos.
  • Degradar a los militares involucrados en crímenes de lesa humanidad, implica el cierre de una época y la apertura de una nueva, basada en el derecho humanitario internacional y en la plena vigencia de los principios universales de los derechos humanos aportando al desarrollo del derecho.
  • Terminar con el estado actual de la Justicia Militar de aislamiento y discrecionalidad y su intervención en juicios civiles.
  • Que se reconozca y dignifique la actitud de los militares que se opusieron al golpe de estado de 1973 y su papel ejemplarizador, para las nuevas generaciones de Oficiales y Suboficiales.
  • Que se reconozca con un monumento a los hombres y mujeres que murieron luchando en contra de la dictadura.

 

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