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Basta ya de mentiras, en Venezuela están fabricando un golpe de estado

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En la medida que avanza el tiempo ha quedado demostrado que Venezuela está siendo objeto de un bloqueo informativo que ha magnificado y distorsionada los hechos, presentando la violencia de grupos organizados como una  protesta legítima en contra del gobierno legalmente y democráticamente constituido, haciendo pasar a las víctimas como agresores y al agresor que ha comenzado los actos violentos como víctima. En todo el mundo las grandes cadenas noticiosas crearon la imagen de un gobierno que viola los derechos de las personas, de la misma manera que ya sucedió con Irak, Siria, Libia, países en los cuales, usando esta misma formula, se crearon las condiciones para provocar una intervención militar, a nombre de la defensa de los derechos humanos y de la democracia.

Una ofensiva antichavista que tiene una explicación y que radica en el contenido del programa de gobierno Bolivariano, el socialismo para el siglo 21, si uno mira con objetividad lo sucedido en los últimos 15 años, podrá constatar que esta no es la primera vez que se arremete en contra del chavismo. Por el contrario, todo demuestra que en la medida que el proceso de cambios planteados por la Revolución Bolivariana de Chávez se fue profundizando, desde 1998, de la misma manera aumenta la agresión de las élites políticas y económicas que ven en peligro sus privilegios, grandes prerrogativas acumulados por el usufructo desmedido, durante años, de las riquezas del país.

Es necesario recordar que la Venezuela antes de Chávez, era un país polarizado entre la miseria y la riqueza, realidad provocada por la injusta redistribución de la renta petrolera, en el convivían una minoría privilegiada y una mayoría hundida en la pobreza, el 70% de la población. El país se gobernaba por una economía dependiente, improductiva y desarticulada, con altos niveles de corrupción, inflación y desempleo.

El Estado era clientelar e improductivo, con ministerios que funcionaban con dobles nóminas pagadas por Petróleos de Venezuela, ( PDVSA ), repleto de funcionarios y empleados militantes de Acción Democrática (AD) y del Demócrata Cristiano (COPEI). El contraste de esa realidad desigual y abusiva era un pueblo manipulado por la corrupción y estafado por los partidos políticos y la oligarquía de entonces.

Los venezolanos saben que cuando Chávez asume el gobierno se estaba llevando a cabo un agresivo modelo de privatización de las empresas estatales, incluida PDVSA ( Petróleos de Venezuela ), inspirados, algunos de los políticos venezolanos de la época, en el modelo chileno, el que había comenzado con la venta de la empresa del acero dos años antes y tenía en carpeta la del aluminio.

Esa era la realidad venezolana antes de Chávez, situación política y social que este prometió cambiar y así lo hizo. Por ello el primer paso de este proceso fue aprobar a través del Poder Constituyente originario, la Asamblea Constituyente y por votación de una amplia mayoría nacional, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Lo que se constituyó en el inicio de la transformación del Estado, de la construcción de un nuevo ordenamiento jurídico y en el desplazamiento pacífico, de un modelo político y económico decadente y de la élite que explotaba en su beneficio las riquezas del país.

A pesar de todas las mentiras que se han dicho, en esa nueva Constitución legislada por el pueblo, se establecen principios fundamentales e inalienables como la justicia social, la igualdad, prosperidad y bienestar del pueblo, la educación como un derecho, la libertad, independencia, soberanía, solidaridad, corresponsabilidad social y el ejercicio democrático de la voluntad popular.

Una base sólida que permitió plantear un programa revolucionario sustentado en el ideario independentista Bolivariano, antiimperialista y latinoamericanista impulsado por Hugo Chávez, quien se atrevió a desafiar a sus oponentes dentro y fuera del país, declarando que avanzaría hacia el Socialismo. Declaración hecha en un momento histórico en el cual para buena parte de la izquierda latinoamericana, el socialismo dejo de ser una alternativa y para la otra parte, aunque  esta mantuvo la idea, lo hizo desde lejos, escribiendo revolución con minúsculas o pronunciándola despacito, sobre todo después de la caída del Socialismo real en Europa en la década de los 80.

Sin embargo los Bolivarianos venezolanos se atrevieron a caminar en contra de la corriente, hacerle frente a las poderosas fuerzas neoliberales que se adueñaron del planeta y que declararon una y otra vez  su triunfo sobre toda alternativa que pretendiera levantar los valores del socialismo en el mundo. Con una convicción extraordinaria, la Revolución Bolivariana diseñó la ruta al Socialismo del siglo 21, en palabras de Hugo Chávez “como la alternativa al capitalismo salvaje y para asegurar la mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad, para nuestro pueblo”.

Asi fue como Venezuela se alzó, de acuerdo con los principios éticos del socialismo, en un esfuerzo por cambiar el modelo de desarrollo depredador que el neoliberalismo le ha impuesto al mundo, mediante la amenazante extensión de la voraz economía de mercado y de la usura del capital financiero especulativo. Un proyecto político que a pesar de todo lo que puedan decir sus adversarios, se fundamenta en una democracia participativa y protagónica, piedra angular para construir la soberanía de la Patria.

Todo esto es lo que provoca el asedio al país de Bolívar, promovido de manera incansable por los distintos gobiernos de Estados Unidos desde 1998, lo que ha tenido eco en la España de Aznar y Rajoy, también en Colombia llegando hasta políticos en Chile, quienes se han sumado a la campaña permanente de desprestigio de Venezuela. Para ello utilizan  el desgastado argumento de defender ( con doble moral ) los derechos humanos en el mundo ( sin decir nada de lo que pasa en Chile) haciéndose parte activa de esta cruzada criminal y desinformadora.

Vale la pena entonces movilizarse en defensa de un pueblo que está siendo poco a poco invadido, asfixiado por el manejo de la desinformación, que es la principal herramienta de la ideología neoliberal para reafirmar no solo la supremacía del poder económico y la propiedad privada, sino que el supuesto de la  superioridad moral. En este contexto la manipulación de la información es la principal amenaza de la democracia moderna, alejándola cada vez mas de la gente y de la verdad, moldeando la opinión de millones de ciudadanos (as) para imponer un pensamiento único a nivel global.

Entonces basta ya de tragarse todo lo que nos dicen o de mantener una posición de inmovilismo ante lo que esta sucediendo, recientemente en el periódico Ingles de Guardian, “se preguntaba cuándo se considera legítimo para tratar de derrocar a un gobierno elegido democráticamente, en Washington, la respuesta siempre ha sido simple : cuando el gobierno de EE.UU. dice que es”.

El gobierno de Obama ha sido bien poco cuidadoso al respecto, fue el secretario de Estado, John Kerry quien afirmó que «estamos particularmente alarmados por los informes de que el gobierno venezolano ha detenido a decenas de manifestantes antigubernamentales”. Pero lo que no declaró fue que en esas manifestaciones habían manifestantes que cometieron crímenes, que atacaron e hirieron a policías con trozos de hormigón y bombas molotov, quemaron vehículos, prendieron fuego a edificios gubernamentales , y cometieron otros actos de violencia y vandalismo.

Posteriormente un portavoz del Departamento de Estado en el anonimato, expresó su preocupación por «el debilitamiento de las instituciones democráticas en Venezuela» indicando que, «las instituciones de gobierno debían dar una respuesta eficaz a las necesidades económicas y sociales legítimas de sus ciudadanos», uniéndose u orientando de esta manera a la oposición para deslegitimar al gobierno, lo que constituye como todos sabemos, una parte vital de cualquier estrategia de cambio de régimen.

Acaso no es coincidente esta estrategia con la empleada en Irak, Libia, Siria, países en los cuales los “manifestantes” por la libertad y la democracia al final resultaron ser insurgentes fuertemente armados, financiados por el poder económico occidental. Es el nuevo esquema que reemplaza los golpes de estado, que aplicado a Libia desató una típica guerra colonial, utilizando mercenarios en el combate a pie, con el asesoramiento de los servicios de inteligencia extranjeros y con el apoyo del bombardeo incesante de los aviones.

Los medios de prensa solo relataron el levantamiento de las fuerzas anti Gadafi pero nunca dijeron lo que realmente estaba pasando, que esos manifestantes por la democracia eran parte de un contingente de  escuadrones de la muerte que preparó el embajador estadounidense John Negroponte para desestabilizar Irak, tropas que luego se usaron para desestabilizar Libia y Siria. John Negroponte es el mismo que participó en la formación de los escuadrones de la muerte creados en El Salvador hacia finales del siglo pasado.

El derrocamiento y asesinato de Gadafi es hoy una cuestión olvidada, como la invasión a Irak, la opinión publica se tragó el cuento del dictador derrocado por su propio pueblo, pero la verdad es otra y muy distinta. Las evidencias señalan hoy que en Irak, Libia y en Siria, las revueltas, desde el primer momento violentas, fueron promovidas por agentes extranjeros.

En Venezuela hoy pasa lo mismo, se construyó la imagen de una revuelta popular y pacífica que en la practica es el embrión de una insurrección violenta. La “rebelión” antichavista esta constituida por gente que está disconforme con el gobierno y empresarios que han visto mermados sus fuentes de trabajo, pero como lo ha  denunciado el gobierno venezolano, hay activistas pagados y armados para crear el caos, desabastecer y  provocar, tal cual sucedió con la intentona de golpe de estado en el 2002 y en el paro petrolero del 2003, acciones en que los actuales actores políticos, entre ellos Capriles y López fueron los protagonistas principales.

La diferencia es que esta vez, han ingresado al país fuerzas paramilitares desde Colombia, que se basificaron en la frontera, en el Estado de Táchira, como cabeza de playa para preparar una invasión a Venezuela.

Pero la Revolución Bolivariana se esta defendiendo, tiene un gobierno respaldado por una mayoría ciudadana y en el Parlamento, tiene un partido que moviliza a millones de Bolivarianos que creen en la herencia que les dejó Hugo Chávez, el Socialismo del siglo 21. Cuenta con unas Fuerzas Armadas educadas en el espíritu y en el ejemplo de Bolívar, que son promotoras y son parte de la Revolución social venezolana. Eso marca la diferencia con una oposición compuesta por fragmentos de partidos, con caudillos sin apoyo social, apoyados por Estados Unidos y que han estado dispuestos a facilitar la invasión militar de la escoria colombiana, los paramilitares, a su propio pais para rescatar los privilegios que perdieron.

El autor, Enrique Villanueva Molina, es ex dirigente Rodriguista

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