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Investigador estadounidense Peter Kornbluh y el Golpe Militar: “Kissinger y Edwards deberían dar una disculpa juntos”

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La publicación en el año 2003 de “The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability” (The New Press; en español, “Pinochet: los archivos secretos”, 2004) en Estados Unidos fue aclamada por distintos medios periodísticos, tales como The New York Times y Newsweek, e incluso Los Angeles Times lo eligió como el “libro del año. La buena recepción radicó en que la publicación contribuía a aclarar el nefasto papel cumplido por Henry Kissinger en el derrocamiento de la democracia chilena y sirvió para recrear un sórdido capítulo en la historia norteamericana concerniente a la guerra fría. Además puso en evidencia hasta dónde el gobierno estadounidense fue capaz de ir en su lucha mundial contra el comunismo. Pero según Kornbluh, EE.UU. no estaba solo…
Es hora de que países como Brasil –que colaboró activamente con el golpe de 1973–, pero también otros como Inglaterra, Australia, Canadá, Rusia y Cuba abran sus archivos para saber exactamente qué pasó hace cuarenta años, señala el investigador estadounidense Peter Kornbluh, cuya organización National Security Archive, asociada a la Universidad George Washington, ha impulsado la desclasificación de más de 20 mil documentos vinculados al tema en los últimos 15 años.
“Si podemos encontrar y centralizar los archivos de estos otros actores internacionales, podremos completar el mosaico de la historia” de la dictadura chilena, dice. “El golpe chileno es un símbolo universal de la antidemocracia, un evento histórico que no debemos dejar de conocer, investigar y estudiar”.
Kornbluh dará hoy la charla “El imperialismo informacional: los documentos desclasificados de Estados Unidos sobre el golpe en Chile y la necesidad de abrir los archivos internacionales” en el marco del seminario “A 40 años del golpe de Estado en Chile. Usos y abusos de la historia” en el GAM.
“Hoy, diez años después, vemos la posibilidad de encontrar otros archivos y saber a otro nivel la historia del golpe de Chile”, afirma. “Sólo tener los documentos norteamericanos deja la impresión de que Estados Unidos era el único actor externo en el proceso chileno, y la verdad es que había otros, especialmente Brasil”, señala el investigador.
El investigador recuerda que el dictador brasileño Emílio Garrastazu Médici se reunió con el presidente Richard Nixon en diciembre de 1971. Cuando Nixon le preguntó qué hacer con Allende, el brasileño le respondió que caería igual que Joao Goulart en 1964 y que “ya estaba trabajando con los generales chilenos” para ello, dice Kornbluh. Añade que Brasil tenía su propia agenda y sus propios intereses, más allá de EE.UU. “No quería tener un modelo Allende en Uruguay, por eso intervinieron allí en (las elecciones) de 1971”.
Kornbluh también apunta a la importancia de los archivos chilenos, que el periodista Mauricio Weibel y otros han hallado en diversos ministerios en nuestro país. “Obviamente se dice que no hay documentos militares de la DINA, pero sí hay. Hay que encontrarlos y juntarlos para que los chilenos tengan su propio archivo para estudiar”.
Este investigador estadounidense ya había venido para el trigésimo aniversario del golpe en 2003 y diez años después ve una gran diferencia en el ambiente. “Hay aún más difusión y más actos, y obviamente un impacto político que vemos en el tema de (el senador Hernán) Larraín, el escándalo del general (Juan Emilio) Cheyre o la presión sobre la candidata Evelyn (Matthei) para rechazar el golpe. Es algo impresionante”.
Kissinger y Edwards
Kornbluh también volvió a destacar el papel central del entonces secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger en el golpe.
“Es la persona individual más responsable en el mundo de la política de intervención contra Allende y de apoyar a Pinochet, sin importar su grado de violencia y terrorismo. Otros miembros del Departamento de Estado preferían coexistir con Allende, pero Kissinger en persona fue a hablar con Nixon y advertir sobre la amenaza que representaba Allende y su elección” por su calidad de precedente.
“Kissinger también habló de la necesidad de asegurar que el gobierno de Allende fracasara para que no lo imitaran otros países latinoamericanos o Europa, como Italia. Para él, una imitación del experimento chileno –la elección democrática de un marxista– podía alterar el equilibrio mundial”, según los documentos descubiertos por Kornbluh.
Aunque la familia del asesinado jefe del ejército chileno René Schneider demandó a Kissinger en 2001 en EE.UU por su implicación en la muerte del general, en 2006 la Corte Suprema de ese país determinó que su responsabilidad era política, no legal.
“Kissinger y Agustín Edwards deberían reunirse y dar una disculpa juntos”, añade, en alusión al papel de instigador del golpe del dueño de El Mercurio.
“La evidencia es clara. Agustín Edwards fue una de las personas más involucradas como conspirador y colaborador de la CIA y los militares. Tenemos los documentos desclasificados para probarlo”, dice.
Kornbluh alude a un memorándum secreto del director (Richard Helms) de la CIA sobre una reunión en el Ambassador Hotel el 16 de septiembre de 1970. “Sabemos que es Edwards, porque es la descripción de cómo él llegó a tener la reunión y tenemos todos los documentos de esta reunión con Edwards, de Kissinger con Edwards, y de (el fiscal) John Mitchell con Edwards. Tenemos el documento de Kissinger llamando a Helms diciendo: ‘Hay que hablar con Edwards”.
“Lo importante de este documento, que no ha sido muy analizado aquí en Chile, es que Edwards habla mal de la idea de una intervención encubierta para comprar votos en el Congreso (antes de la ratificación de Allende). Dice: ‘No es posible, hay muchos riesgos, puede no funcionar, ¿y qué va a pasar entonces? El tipo va a ser presidente. Si pagan a los congresistas, ellos pueden decir algo y va a haber protestas en la calle, y el aliado de ustedes, (el general) Roberto Viaux realmente no tiene mucho apoyo’. Entonces empiezan a hablar con el director Helms sobre una posible acción militar en octubre. El memorándum termina con una pregunta de Edwards: ‘¿Podemos arriesgar que el plan de (Jorge) Alessandri funcione?’. Obviamente Edwards está impulsando la vía militar”.
*Fuente: El Mostrador

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